La Horda del Cráneo Rojo-Narración

Iniciado por Greeny, Septiembre 09, 2005, 10:45:43 PM

Galahad78

"Malditos aficionados ..." - refunfuñó MkVenner entrando al claro infestado de arañas tras los pasos de sus compañeros. Esto era lo que solía ocurrir al viajar con personas para las que los conceptos de 'emboscada', 'sigilo' y 'cautela' eran cosas que les ocurrían a los demás.

"Bueno, en peores me he visto" - pensó, paseando la vista por el claro y los árboles circundantes, evaluando la masa de enemigos que se cernían sobre ellos - "o quizá no". Con un suspiro, se descolgó el arco del hombro y tomó una de sus flechas del carcaj. Al empezar a apuntar a la criatura más cercana, vió por el rabillo del ojo cómo el erudito corría a esconderse. "Swann, de nuevo, se muestra como el más sabio de entre nosotros". Le llegó un murmullo desde la dirección donde se encontraban Athos y ese...engendro del infierno. Tomó una decisión.

- "¡Mi señor LordCiego! ¡Tome al anciano y a la chica y sáquelos de aquí! ¡Yo cubriré la retirada junto con los magos! ¡CORRED!"

En apoyo de los hechizos de los magos, su arco cantó al lanzar una saeta hacía la araña más cercana a Athos...
[i:ec942aef72]Si pones tinto en un vaso de txikito, es el txikito; si lo pones en un porrón, es el porrón; si lo pones en una bota, te pones las botas...Sé tinto, amigo[/i:ec942aef72]

rasdel

Athos y Derec atacaban una y otra vez pero por cada una de las arañas que caían salían dos o tres más desde la oscuridad del bosque...
Entre ambos magos se escuchaba el chillido de las flechas de MkVenner que los cubría de atras... aún con el ataque de los tres aventureros las criaturas de ocho patas seguían saliendo de entre las tinieblas una tras otra y cada vez parecían acercarse más a ellos...

-Esto no esta funcionando!- gritó el joven hechicero mirando a Derec quien no paraba de atacar...

-Vayanse!! Tengo una idea... dejenme atras... yo los seguire enseguida!- dijo Athos a sus dos compañeros que a pesar de escuchar esta locura entendieron que el mago no era ningun loco y que si quería esto es porque tenía un plan...

Cuando ambos compañeros dejaron el claro Athos dejo de atacar y lentamente camino marcha atras dirijiendose fuera del claro. Las arañas se acercaban sumamente rápido y los ojos de estas brillaban en el oscuro bosque como luciernagas.

-Hambrientas? Aqui tienen su cena... vengan malditas!- pensó el hechicero al ver a todas las criaturas cambiar de dirección y ahora iban directamente tras el en lo que ahora parecía ser una inmensa bola de pelos, patas y ojos rojos como la sangre.

Cuando estaban a pocos metros el mago se dio vuelta y corrió tras sus compañeros. Su plan parecía funcionar a la perfección, al haber quedado atras las arañas estaban concentradas en él, lo seguian en grupo como una banda de perros hambrientos. Al entrar al estrecho sendero y luego de correr unos pocos metros en el, rapidamente el mago se dio la vuelta, notando que ya todas las arañas estaban amontonadas en el claro y mirandolo a él como si fuera a convertirse en su cena. Este era el momento perfecto para atacar. El mago tomó su vara mágica y la apunto directamente hacia la oscura bola de ojos y patas que estaba enfrente de él...

-CREO IGNEM!!!- entonó con fuerza Athos y su voz sono como un trueno en el bosque...
--Efectos secundarios pueden incluir: sequedad de boca, náusea, vomitos, retención de agua, dolorosa picasón rectal, alucinación, demencia, psicosis, coma, muerte y mal aliento. La magia no es para cualquiera, consulte a su doctor antes de uso--

LordCiego

Campos de batalla, pasos estrechos, vados, incluso emboscadas en ciudades;  pero LordCiego nunca habia sufrido una emboscada en un bosque y menos de manos de un enemigo no humano que aparecia desde arriba. Bueno una vez tuvo que pelear contra una arpia pero no estaba rodeado de árboles.

De repente se encontro rodeado de arañas mientras veia compañeros compañeros corriendo, gritando, flechas silvando; todo eso nada más habiendo desenvainado su espada.

Cuando ya se estaba preparando para atacar a un grupo de arañas oyo un par de gritos resonando:

-"¡Qué alguien lo coja en brazos!" oyó gritar a Swann.

- "¡Mi señor LordCiego! ¡Tome al anciano y a la chica y sáquelos de aquí! ¡Yo cubriré la retirada junto con los magos! ¡CORRED!"


Justo en ese momento esquivo a unas 3 o 4 arañas que se dirigian hacia el desviando a la primera con un golpe de su escudo. Aunque se habian dirigido hacia el parecia que no tenian intención de atacarle directamente sino que parecía que seguian a alguien.

-"Da igual, tengo que proteger al anciano" pensó pero mientras echaba a correr hacia el le parecio ver por el rabillo del ojo a Athos corriendo.

Cuando llego a donde estaba Adela se echo el escudo a la espalda e intento coger al hombre del suelo y aunque estaba semi inconsciente y se le resistia vagamente se lo echo al hombre y echó a correr con el al hombre y su espada en la mano.

-"Te protegeré pero tampoco voy a dejar que me maten"...

Greeny

LordCiego cogió en brazos al anciano, herido y casi inconsciente, y comenzó a correr seguido por Adela.

- ¡Rápido! -gruñó MkVenner, mientras con un poderoso disparo atravesó los diversos ojos de una araña que iba a caer sobre Adela-. ¡Son demasiadas!

- Muy bien compañero, como los viejos tiempos -dijo Derec mientras suspiraba de alivio al ver que Adela se ponía  a salvo al fin-. Adelante, que yo te cubriré la espalda mientras entonas tus hechizos.

Tras decir esto, el nigromante entonó un hechizo de aire, que lanzó por los aires a un par de arañas.

- Necesito más tiempo para ejecutar mi plan -maldijo Athos, viendo como las arañas iban  acercándose más y más, como desde los árboles más criaturas emergían dispuestas a acabar con sus vidas.

Swann pasó corriendo por su lado en ese momento, metiéndose en el interior del bosque, seguido por LordCiego y Adela. MkVenner dio un paso atrás, y volvió a disparar. Otra araña cayó muerta ante su certera saeta.

- ¡Es hora de hacer algo Athos! -gritó MkVenner.

- ¡Corred, ahora! -gritó el hechicero. Derec y el explorador dudaron durante un segundo en abandonar a su compañero, pero al ver la determinación en su rostro decidieron hacer lo que les pedía.

- Suerte, compañero -susurró Derec, y salió corriendo tras MkVenner.

Athos retrocedió varios pasos, mientras sus compañeros se perdían en el oscuro sendero. "Ahora o nunca" pensó, y girándose corrió tras sus amigos, esperando que las arañas le siguieran. Así fue. Ya en el sendero, dándose la vuelta repentinamente, el hechicero lanzó su hechizo. Era un encantamiento poderoso, incluso para un mago tan experto en el fuego como Athos, pero era su única posibilidad, y la de sus compañeros.

- ¡Creo Ignem! -gritó el mago, y apuntó con su vara dorada a la masa de arañas que le seguía por el estrecho sendero. Una esfera, brillante y amarillenta, surgió de su bastón, yéndose a estrellar contra las arañas. Apartando rápidamente la vista, Athos evitó el efecto cegador del hechizo. Varios gemidos de dolor, unidos en un único grito, llenaron el Bosque de las Hojas Caídas, mientras las arañas se convulsionaban, y ardían.

Athos no se quedó para mirar su obra, debía salir de allí, pues sabía que aún había más arañas. Aunque agotado por el hechizo, el mago corrió con todas sus fuerzas. Y entonces lo oyó:

- ¡Adela! ¡Nooooo!

- ¡Derec! -reconoció el mago, y aceleró el paso, alcanzando enseguida a sus compañeros. Todos estaban en ante un enorme precipicio, una garganta que parecía haber sido cortada por el hacha de uno de los míticos Titanes. El Bosque de las Hojas Caídas parecía partido en dos partes por el barranco, cuyo fondo no era visible.

Pero no era eso lo que había hecho gritar al nigromante.

Una enorme araña, de más de ocho metros de anchura y cuatro de altura, oscura, peluda y babeante, había surgido de la abertura, y había atrapado a Adela en sus fauces. Athos observó como sus compañeros luchaban por salir de un pegajoso líquido blancuzco que los inmovilizaba, mientras la gigantesca araña volvía a desaparecer por el barranco del que había surgido.

- ¡Noooo! -gritó Derec- ¡Otra vez no! -iracundo, fuera de sí, el nigromante logró romper las ataduras, corriendo hacia el barranco, de cuatro metros de ancho, y asomándose. Allí vio a la araña alejándose a gran velocidad , con enorme agilidad, por la pared interior del barranco, hacia el este, apartando de los compañeros -y de Derec- a la joven Adela.

Cayendo de rodillas, Derec no pudo creerlo. Sus compañeros lograron liberarse uno a uno -se podía oír a Swann refunfuñando sobre la mala educación de la araña mientras MkVenner ayudaba a liberarlo-, y se acercaron al barranco. Mientras LordCiego estaba arrodillado jutno al anciano que acababan de liberar, que parecía despertar poco a poco, con quedos gruñidos.

Según las indicaciones de Swann, el Templo de los Antiguos estaba en dirección norte, al otro lado de la profunda garganta. Pero Derec no dejaba de mirar, con furia, en la dirección en la que la araña se había marchado con Adela.

- Amigo mío, sé lo que estás pensando, pero el este del Bosque de las Hojas Caídas es un lugar muy peligroso. -dijo Athos al nigromante-. En esa dirección está la zona más profunda y desconocida de esta floresta...- ¡Silencio! -dijo MkVenner, repentinamente. Segundos días, pudo verse en su rostro una clara señal de que volvían a estar en peligro- ¿No lo oís? -el explorador señaló el sendero por el que habían llegado hasta allí-. ¡Las arañas regresan!

- Y apuesto lo que sea a que están muy enojadas -dijo LordCiego, mirando a Athos.

- ¡No! ¡No! ¡No me matéis! -empezó de repente a gritar el anciano, convulsionándose de forma alarmante-. ¡Vienen a por mí! ¡Nooooo! -sus ojos estaban desencajados- ¡Crucemos, ahora!
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Swann

La situación no podía ser peor. El grupo había quedado paralizado de terror ante la espantosa escena de la desventurada Elune.
LordCiego, el valeroso paladín, se agachó para dejar en el suelo al quejumbroso saco de huesos que recogiera en el claro.
Swann,entonces, se dirigió así a Athos y a Derec.
"Lástima tener que ser tan breve, pero las circunstancias me imponen una premura fuera de lo habitual... Los incendios forestales que tanto daño han causado a Erathia en el último siglo, tienen, además del fuego, claro está, un componente LETAL, amigos míos, que juega con las llamas y las lleva de un lado a otro, o las hincha y las apaga a voluntad. Ese componente es el VIENTO. Pero ¿cómo? ¿Es que acaso no tenemos aquí a dos maestros, uno del fuego y otro del aire, capaces de, unidos, convertirse en el terror del mismísimo Bosque de Tularea? ¿Es que no podría nuestro poderoso Athos crear una barrera de fuego alimentada por los troncos centenarios de esta oscura fronda y nuestro tácito nigromante manejar el aire de forma que la barrera se mantenga hostigando y achicharrando a los monstruosos insectos pero lejos de nuestro pequeño refugio junto al barranco? ¿No podrían ellos crear una cortina de fuego protectora que impidiese el paso a nada que no fuera un Fénix o un elemental ígneo? Y, entretanto, en ese precioso tiempo de que dispondríamos ¿no podría yo curar al anciano, de cuerpo y de mente, mientras MkVenner usa su habilidad de explorador para ver si no habría quizá algún sendero, algún lugar practicable por el que descender al desfiladero y Lord Ciegp vigila atentamente por si alguna araña consigue escapar al muro de fuego?

Tras su alocución, Swann carraspeó un poquito y, sacando la petaca que siempre llevaba consigo pegó un largo trago, como si fuese el último de su vida. ¡Quién sabe si no lo sería! Después se apresuró a curar al viejecillo que lo miraba con ojos vidriosos. Tan ajena y extraña le resultó la mirada que, previamente, decidió despejar una duda que le rondaba la cabeza. Le miró fijamente a los ojos y susurró:
Intellego Corpus
Después, le impuso las manos y entonó, esta vez más alto:
Creo Corpus
Tras de lo cual localizó rapidamente las heridas para vendarlas con la presteza y eficiencia propias de quien fue adiestrado para ello en su más tierna juventud.

rasdel

Al escuchar el rápido plan de Swann, quien practicamente no vocalizo, Athos se dio cuenta que el tiempo no sobraba. De entre las secas ramas de los oscuros árboles se escuchaban sonidos terrorificos y estos se acercaban cada vez más...

-Maldita sea!!-dijo el alterado mago-No tenemos tiempo!, que es lo que sabes anciano!? Habla, habla ahora!!- dijo Athos tomando al anciano de las destrozadas ropas y precionandolo para que hablara. Las gotas de sudor recorrían la cara del joven hechicero que con una mirada seca y fria miraba al anciano más como un problema que una ayuda.

Los sonidos y gritos de las arañas estaban cada vez mas cerca y empezaban a crear una nube de miedo en la mente del mago, a quien se le empezaban a acabar las ideas.

Rapidamente Athos dio media vuelta y miro hacia el oscuro bosque, habido escuchado las palabras de Swann y sin poder pensar un mejor plan decidió seguir con lo planeado por el intelectual bibliotecario, levantó su mago apuntando hacia los sonidos que parecian estar ya a pocos metros...

-CREO IGNEM!!- entono Athos...
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Las palabras de Athos no le hicieron desistir de su idea de seguir por el sendero de la araña reina que se llevo a Adela, el estaba decidido a ir por ella y no le importaba que le pudiera pasar a el, nole importaba nada solo ella...

"No me importa lo que hagan ustedes o que camino tomen, pero yo ire por Adela no importa el riesgo, ella practicamnete dio la vida por este viejo y no dejare que cumpla un destino que no se merece"-dijo Derec  con una voz muy angustiada

"Yo tamore mi propio camino y tendre mi propio guia que me dirija directo a la guarida de ese engendro y rescatare a Adela a cualquier precio" , dicho esto se dirigio hacia el precipicio Es momento de que me sean de ayuda, pues me han estado siguiendo todo el trayecto en este bosque infernal

De reojo pudo observar que Athos enunciaba nuevamente su hechizo que hizo retroceder a las arañas, esto le daria un poco de tiempo, se puso sobre un monticulo que habia cerca "Les sugiero que cierren los ojos pues la imagen que estan apunto de presenciar no será nada placentera"  

Alzo sus brazos "Espiritus, espectros y almas olvidadas por el timpo REVELENCE!!!...........MUTOMENTEM!!!!!......"La escena era escalofriante y aterradora
\"En la sabiduria esta el poder\"

Galahad78

"Excursionistas..."- MkVenner no dudaba de que si hubieran ido con más cuidado podrían haber evitado la emboscada de las malditas arañas. "Al menos, Adela ha obtenido lo que se merecía: servir de aperitivo a la madre de todas las arañas". Sonrió levemente. Unos pasos más allá, un nervioso Athos zarandeaba al viejo que habían encontrado en el claro. "Este viejo tiene algo que me da mala espina, qué oportuno que se encontrara en el claro justo en ese momento, qué oportuno que llevaramos con nosotros a una atolondrada clériga...Esto es muy raro", razonó para sí. "No podemos fiarnos de la información que nos de, aunque tengamos pocas alternativas". "Ninguna", se corrigió con un resoplido. Levantó la vista hacia el bosque, donde el ruido de las arañas que se acercaban se hacía cada vez más intenso. Al ver que Athos se disponía a tomar algún curso de acción, desenvainó sus espadas y se dirigió hacía él con el fin de apoyarlo.

- CREO IGNEM!!!  - gritó el mago. Casi al mismo tiempo, un fuerte viento agitó la capa de MkVenner - "¿Qué archidiablos pasa aquí?" - por el rabillo del ojo, vió que Derec se estaba concentrando. "¿Es posible que todo este poder provenga de esa abyecta escoria?" se dijo MkVenner. Como si le hubiera oído, Derec pronunció su hechizo:

-"Espiritus, espectros y almas olvidadas por el timpo REVELENCE!!!...........MUTOMENTEM!!!!!......"
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Greeny

Las arañas estaban cerca, todos podían oírlas con claridad. MkVenner, empuñando sus armas, se colocó junto a Athos, el cual estaba presto para descargar un hechizo ígneo sobre sus enemigas. A sus espaldas, Swann, cubierto por LordCiego, lanzaba su hechizo sobre el anciano, el cual parecía haberse calmado.

- Intellego Corpus -susurró Swann, buscando el mal del anciano... y entonces el bibliotecario enarcó sus cejas. Extrañamente, el viejo estaba perfectamente sano, tanto físico como mentalmente...

Mientras tanto Derec seguía invocando a las almas del lugar, al tiempo que el cielo, ahora visible desde los aledaños de la garganta, empezaba a oscurecerse. El nigromante no controlaba la climatología, pero sabía que esto significaba que el poder de las almas del lugar era enorme. Aún así, siguió con su llamada.

- ¡Revélense ante mí! ¡Yo, Derec, os llamo! -gritó finalmente el oscuro personaje. Un relámpago llenó el repentinamente taponado cielo, y el trueno lo siguió con presteza. Sus compañeros miraron a Derec, algunos con auténtico odio, otros con sorpresa ante tal poder. El viento comenzó a sonar con fuerza... y las arañas llegaron al lugar.

- ¡Creo Ignem! -entonó con fuerza Athos, y de sus extendidas manos surgieron varias lenguas de fuego, en un amplio arco. Las primeras arañas fueron enseguida calcinadas, mientras el fuego mágico quemaba los árboles más cercanos, lo cual, mezclado con el cada vez más fuerte viento, provocó una enorme cortina de humo.

- ¡Qué demonios! -gruñó LordCiego, viendo como el humo empezaba a taparles la visión. Entonces a su derecha vio un pequeño conejo, que lo observaba. El animal era levemente transparente, y algo amorfo. Ladeando la cabeza, el conejo empezó a hablar, en la mente del paladín.

Portando los ojos más brillantes velo sobre los mortales reinos,
reinos que se han desmoronado bajo la codicia de los guerreros bajo mi poder


Entonces, un pequeño zorro rojo -otro deformado espíritu fantasma- apareció junto a Swann, mientras extrañamente el humo formaba un círculo alrededor de los compañeros, rodeándolos. Y en el centro de él, estaba Derec, mirando con orgullo la obra de su oscuro poder. El zorro habló mentalmente al bibliotecario.

Sabiduría, en aquellos bajo mí, no es el único don ausente,
ausente en mi centro, circular como una rueda, porto afilados picos


Las arañas habían desaparecido, pero no la sensación de peligro. Ahora el humo empezó a girar a gran velocidad, y los compañeros empezaron a notar un enorme cansancio. Derec cayó de rodillas, sabiendo que había desatado un poder imposible de controlar. A su lado apareció una larga serpiente de cuatro ojos.

Manos hay que no pueden alzar mi magno peso, pero los corazones apenas soportan la terrible carga que supongo siempre,
siempre ofrecedme honor y servicio, pues me alzo sobre todos los señores de la tierra, sin importar lo poderosos que sean


El humo empezó a ir desapareciendo, mientras una poderosa lluvia caía sobre los compañeros. Swann bostezó audiblemente, y todos y cada uno fueron cayendo al suelo, en el umbral de la conciencia. Un halcón sin alas se posó junto a MkVenner.

Picos de piedra fueron el techo de mi primer hogar,
hogar de nuevo tengo en la roca, almenas y grandes salas de piedra, talladas por hábiles manos


Lluvia, relámpagos, truenos, niebla. Todo era caótico, pero los compañeros sólo pensaban en una cosa: dormir. Una extraña ardilla de dos cabezas se acercó a Athos.

Hombres codician mi brillante piel y la riqueza que contiene,
contiene mi interior toda la sabiduría


Sueño, sueño, sueño. Todos cerraron los ojos, pero en el último momento vieron como de la grieta aparecía un enorme e impresionante dragón, de ningún y de todos los colores, tan fantasmal como el resto de las apariciones.

Poder y autoridad son mi humilde don,
don soy de los más poderosos de los santos hombres


Todos cayeron en el mundo de los sueños, mientras a su alrededor los fantasmas invocados por el nigromante les repetían las mismas frases, en uno u otro orden, a cada uno de ellos. Finalmente, durmieron.

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Athos despertó. Estaba solo... ¿o no? Allí estaba Derec, pero no era el de ahora. Era el Derec que conoció en la Torre de Marfil. Y él... ahora estaba en la Torre.

Un rugido llenó el aire. Derec le gritó, avisándole del peligro. Athos miró a su lado, y allí, tan alto como tres personas, un babeante minotauro cargaba contra él, con su pesada hacha alzada. El mago dio un paso atrás, e invocó un rápido hechizo de fuego... pero nada pasó.

- ¿Qué haces Athos? ¡Usa tu espada! -le gritó Derec.

El mago miró su mano, y vio una bella espada en su mano. En la otra portaba un pequeño escudo. Miró sus ropas... cota de malla... ya no era un mago, sino un defensor de la Torre de Marfil. Sólo que ese ataque  ocurrió hacía muchos años.

El minotauro atacó.

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Hacía calor. Mucho calor. MkVenner alzó la cabeza del suelo, y se encontró en una cueva, rodeado de un ardiente magma. Una burbuja del ardiente liquido estalló cerca suya.

- ¡Papá! -oyó entonces, y mirando al frente, vio a su hija colgada de una jaula, justo sobre el lago de lava. Junto a ella, su bella mujer alargaba la mano hacia el explorador.

- Amor mío -susurró la mujer, llorando por la alegría de verlo.

Entonces la cadena que mantenía a la jaula suspendida del techo de la caverna tembló, y cedió levemente. Su hija gritó de miedo. Una larga escalera de pétreos escalones separaba al explorador de ellas. MkVenner se dispuso a correr hacia ellas, pero no podía moverse. Impotente, miró al suelo, y vio como unas manos muertas, surgidas del suelo, se aferraban a él.

Otras manos fueron surgiendo a lo largo del camino que hacia sus seres más queridos.

La cadena volvió a ceder levemente, acercando a su mujer y a su hija más a la lava.

Su hija lloraba.

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Swann estaba sentado en su biblioteca. Estaba con sus libros, sus amados libros. En estos momentos miraba un viejo ejemplar de poemas anónimos, uno de sus preferidos. Se acomodó, dispuestos a leer sus pasajes favoritos. Pero estaba anocheciendo, y necesitaba luz.

- ¡Tom! -llamó. Nadie respondió-. ¡Tom! -volvió a gritar con más fuerza. Nada.

Gruñendo, Swann se dispuso a ir él mismo a buscar una vela. Pero se detuvo al oír el sonido de unas caducas páginas  moviéndose.

- ¿Quién anda ahí? -preguntó, aún enojado-. ¿Tom?

- Somos nosotros, no nos abandones -se oyeron varias voces, unas jóvenes, otras viejas, unas tristes, unas alegres. Un libro cayó de la estantería, e increíblemente se levantó, y comenzó a levitar. Un sorprendido Swann vio como a su alrededor decenas de libros levitaban, hablándole con sus variadas voces.

- No nos abandones -dijeron.

Uno de ellos, un enorme tomo de anatomía, se lanzó contra su cabeza. El bibliotecario lo esquivó por poco.

- ¡No nos abandones! -gritaron, ahora enojados, abriendo y cerrándose, pasando sus páginas a gran velocidad.

Varios libros se lanzaron contra Swann.

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Derec estaba solo, en una oscura habitación. No se veía absolutamente nada. Era una impenetrable oscuridad, que parecía estar viva. De hecho, latía.

- ¡Es tu corazón! -una mujer apareció a su derecha, con un sangriento corazón en sus manos. Aún latía.

Derec abrió la boca, asombrado. No podía creerlo.

- ¡Ariana! -jadeó, y sus palabras surgieron desde lo más profundo de su corazón... el que tenía Ariana en sus manos.

- ¿Ya no me amas? -la mujer hizo un puchero, y miró al nigromante.

- ¿Y a mí, me amas? -al otro lado de la negra sala, otra mujer apareció, con otro corazón en sus manos. También latía, y también era el de Derec.

- ¡Adela! -se sorprendió el mago. Eran idénticas, pero tan distintas a la vez. Tras una de ellas -Adela- brillaba una blanquecina luz, mientras que tras la otra -Ariana- una oscuridad eterna llamaba al mago.

- Elige -susurraron ambas a la vez, alzando los negros corazones que portaban.

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LordCiego intentó moverse, pero estaba encadenado. Sus manos y pies estaban atados con metálicas cadenas al suelo y a la pared que había a su espalda. Estaba sentado en un trono de huesos... de personas. El solo contacto de éstos le dañaba. Miró al frente, y se dio cuenta de que era un juicio. Su juicio.

- Este hombre es un asesino -dijo el acusador: el Decano-. Ha matado a muchos inocentes, seres que ahora vivirían felices si no fuera por su obsesión por el... Mal.

- ¡Matadlo! -gritó una voz.

- ¡A la hoguera con él! -se oyó después.

El Decano alzó una mano, y hubo silencio. Un silencio contenido, hasta por LordCiego.

- Oigamos al... acusado -la última palabra fue dicha por el Decano con desprecio, y el paladín supo que éste no era un juicio justo, y que ya estaba condenado-. ¿Qué dices en tu defensa, Derec?

LordCiego se sorprendió al oír las palabras del Decano.

- ¡Yo no soy Derec! -dijo, pero su voz sonó insegura. Mirando abajo, vio que no vestía su brillante armadura plateada, sino una túnica tan oscura como su alma.

- ¡Habla nigromante! -chilló una voz. Mirando tras el Decano, LordCiego -¿o Derec?- vio como los que eran hasta ahora sus compañeros -MkVenner, Athos, Adela y Swann- lo acusaban duramente. Pero había uno cuya voz resonaba sobre la del resto, cuyas acusaciones eran las más duras, pidiendo la inmediata muerte del engendro. La voz de alguien cuya plateada armadura brillaba con la fuerza de cien soles.

La voz de LordCiego, el paladín.
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rasdel

Los pasos del minotauro provocaban que el mismo piso temblara, el tamaño de la criatura era imprecionante y se asomaba como una enorme torre que tapaba al mismo sol dejando al joven Athos en la sombra de un oscuro destino.

A su alrededor todo le era familiar, ya habia vivido esto antes pero esta vez no iba a ser tan fácil, esta vez era un guerrero. Derec aún luchaba a pocos pasos de él, guardias y otros estudiantes tendidos en el piso, mientras las asquerosas criaturas de los malvados brujos carcomían los destruidos y ensangretados cuerpos tendidos en lo que una vez fue un blanco piso de mármol, y ahora parecía una alfombra rojo oscuro que a la vez era un tenebroso espejo que reflejaba el dolor y destrucción del combate. Era como si su pasado se le estuviera revelando para provarlo una vez más. En ese instante el hedor de la enorme bestia estaba sobre él, los brazos de la criatura bajaron sumamente rápido como si estuvieran liberando un peso descomunal, con un rápido movimiento y mucha suerte Athos logró esquivar el mortal golpe que provocó que el hacha se incrustara en el piso, mandando pequeños trozos de mármol por doquier. El temblor provocado por el golpe causo que el hechicero cayera de espaldas al piso a unos metros del peludo monstruo.

-Maldita sea!, es demasiado fuerte... sin mis hechizos... no podré vencerle... estoy perdido!- pensó el mago mientras un escalofrio le corrió por la espalda. Estaba indefenso sin sus hechizos... éste era su mayor temor desde que comenzó a estudiar las artes mágicas, tanto tiempo invertido y ahora era tan dependiente de su arte como un pez de la misma agua.

-Pero esto es claramente un sueño, y si es un sueño no podría lastimarme... lamentablemente sólo necesita un golpe y estoy muerto, no vale la pena arriesgarse por una simple teoría- la cabeza del mago daba vueltas tratando de buscar una solución lógica y que tuviera sentido pero no lo lograba encontrar.

La bestia goteaba enormes chorros de baba que salpicaba con increible fuerza al destruido piso dejando una mancha viscosa y burbujeante. A pesar del increible golpe y que el hacha parecía incrustada en el piso, el minotauro la saco sin problema y miró a su victima mientras su peluda y humeda boca se abría para liberar un terrorifico sonido...

-Esto no tiene sentido, debe ser algún tipo de prueba- pensó mientras la criatura se acercaba para asestar su último golpe y reclamar victoria sobre el joven-No soy un guerrero, soy un mago, pero si piensas que tu repugnante aspecto va a lograr que me congele y me deje vencer estas muy equivocado... - dijo mientras que se incorporaba sosteniendo la espada y el escudo con fuerza. A pesar de ser un mago, a todos los discipulos de la Torre se les había enseñado el arte del combate cuerpo a cuerpo, pero esto era algo a lo que Athos nunca prestó mucha atención... siempre le gustó más la magia, pensaba que la hechiceria era mucho más poderosa y sólo utilizaba el combate cuerpo a cuerpo cuando no tenía mas remedio o estaba seguro que iba a ganar... pero en este día era lo único que podía hacer... y a pesar de las dudas y temores... era la única salida que parecía clara...

-Seré un hechicero, pero no soy cualquier hechicero... soy un discipulo de la Torre de Marfil! Acaso sabes que define a un mago de la Torre de Marfil enjendro del infierno?- dirigiendose al minotauro mientras se ponía en posición de combate -... Que no importa que tan dificil...o imposible paresca la situación, un mago de la Torre de Marfil nunca se rinde... no podrás vencerme... NO ME VENCERAS!!!- en ese instante la increible bestia se dirigió rápidamente hacia el mago con su hacha en el aire una vez más, pero esta vez, Athos estaba preparado. A pesar de su seguridad, las dudas aún se mantenían en su cabeza y el miedo le nublaba el pensamiento, pero esta vez... no debía pensar... solo actuar, y hacerlo rápido...
--Efectos secundarios pueden incluir: sequedad de boca, náusea, vomitos, retención de agua, dolorosa picasón rectal, alucinación, demencia, psicosis, coma, muerte y mal aliento. La magia no es para cualquiera, consulte a su doctor antes de uso--

Swann

El volumen IX de Erathianae propulsado por una fuerza mágica sobre una cabeza humana puede provocar más dolor en ella que leerlo de un tirón. Tras recibir algunos impactos en hombros y brazos, con los que procuraba defenderse, Swann se agazapó debajo de su escriptorium. Allí, rodeado de madera por todos los flancos salvo por uno, podía intentar defenderse algo mejor del ataque utilizando a modo de escudo el tomo de la enciclopedia de Erathia que había estado a punto de estrellarse en su cara hacía unos segundos. En esas estaba cuando sonó un estruendo de chatarra desplomándose a su alrededor. Sobresaltado, se dio en la cabeza un golpe contra el tablero de la mesa. Por entre el enjambre de libros voladores, que parecía envalentonado tras el ruido, pudo distinguir que en el suelo yacían trozos de una armadura ornamental. Destacaba sobre todo la coraza, que aun se balanceaba sonoramente por el impacto, decorada con el escudo de Erathia: un grifo rampante.  ¿Qué hacía esta armadura en mi despacho?
El yelmo de la armadura llegó rodando hasta su refugio. El monje no tardó en dar las gracias al destino y se lo enfundó para, así protegido, intentar atravesar aquel huracán de libros y alcanzar el pasillo.
La estrecha abertura horizontal del yelmo le permitía una visibilidad casi nula, pues había que sumarle el hecho de que casi todo a su alrededor eran volúmenes que se le arremolinaban golpeándole el cuerpo. Para colmo, seguían susurrándoles "¡No nos abandones!" Así que terminó por no saber hacia donde estaba la puerta que daba al pasillo.
Caminó sin rumbo con los brazos extendidos para no tropezar mientras otra voz ultraterrena recitaba dentro de su yelmo:
THESAURUS desiderabilis sapientiae et scientiae, quem omnes homines per instinctum naturae desiderant, cunctas mundi transcendit divitias infinite: cujus respectu lapides pretiosi vilescunt; cujus comparatione argentum lutescit et aurum obryzum exigua fit arena; cujus splendore tenebrescunt visui sol et luna; cujus dulcore mirabili amarescunt gustui mel et manna.
Finalmente, a punto de enloquecer, tropezó con algo del suelo. Pudo ver a través del casco que se trataba de una especie de gran baúl o ataúd de madera noble, profusamente decorado y que tampoco recordaba que estuviera en el despacho. Lo abrió y comprobó que el interior estaba vacío, forrado de seda roja. No dudó un instante meterse en el y cerrar la tapa, deshaciéndose del casco previamente. Protegido ahora, escuchaba claramente desde el exterior cómo los libros chocaban contra el arcón en el que se refugiaba, sin que por otro lado las misteriosas voces dejaran de recitarle pasajes sin ninguna trabazón aparente.
Tenía que ser una pesadilla. ¿Qué había pasado? Estaba leyendo el libro de baladas élficas anónimas, traducido por Cuthbert. Pero... él no tenía ese libro. Ese libro se lo prestó Cuthbert en sus años de estudiante en Evermorn. Lo llevaba consigo a la taberna en la que trabajaba Helena, la cantinera de la que se enamoró estúpidamente.
Levis exsurgit zephirus
et sol procedit tepidus,
iam terra sinus aperit
dulcore suo difluit.

Ese libro ya solo era un agridulce recuerdo de la juventud... ¡pero él lo estaba leyendo hacía un momento!
El chaparrón de libros arreciaba sobre el ataúd.

TheLordAlex

Derec se sorprendio por las fuerzas oscuras que habia desencadenado, no lo tenía previsto, el en lo unico que pensaba era en ir a buscar a Adela pero depronto aparecio una persona a la que nunca olvido, y no olvidara jamas era ella.... la razon de su cambio repentino a la necromancia, la razon por la que abandono su vida de mago para entrarce en el mundo oscuro y lugubre que ahora lo albergaba, talvez la razon de su desgracia aunque no fuera su culpa....era Ariana

Con la voz quebrada y casi apunto de romper en llanto "Ariana!!! eres tu!!!! despues de tanto tiempo eres tu mi amor!!!"-el queria ir donde ella, abrazarla  como antes, pero algo lo detuvo pudo. Observar una imagen algo turbia de ella, era como si una aura maligana la rodeaba, ademas estaba como si no sintiera nada como hipnotizada, lo unico que decia era

"me amas?"

"Pero claro, tu bien sabes eso"- Se acerco a ella de manera algo sigilosa pues sospechaba algo, "Amor que te sucede" conforme se acercaba oia unos latidos, poco a poco fue escuchandolos mas fuerte hasta que dichos latidos los podia sentir como suyos y miro las manos de Ariana, era algo que no podia creer, lo que tenia ella era su corazon en ese momento sintio un agudo dolor en el pecho que lo dejo de rodillas ante Ariana.

"QUE ESTA PASANDO!!"-jadeo Derec con una mano en el pecho.

En ese momento del otro lado de la sala aparecio Adela, con una luz que alumbraba el lugar ocuro en el que se encontaban, que lo sego por un instante "Y ami me amas?" dijo una voz, reconocio a Adela y al parecer traia un corazon que tambien latia junto al suyo,....nuevamente sintio el agudo dolor en el pecho que ya habia experimentado

Ambas alzaron los carazones y le pidieron que elija, Derec al  principio pudo dudar a quien elejir, pero ahora para el estaba claro lo que estaba sucediendo

"Esto es alguna clase de prueba"-penso y recordo las palabras del espectro antes de parecer en este lugar

"Manos hay que no pueden alzar mi magno peso, pero los corazones apenas soportan la terrible carga que supongo siempre,
siempre ofrecedme honor y servicio, pues me alzo sobre todos los señores de la tierra, sin importar lo poderosos que sean"


"La primera parte de este acertijo se refiere al dolor por la partida de mi amada, y la segunda se refiere al amor"-penso

"El dolor fue mi compañera desde tu partida Ariana, pero es preferible sufrir este peso  a nunca haber amado, porque eso seria como no vivir, ese dolor que senti por tu muerte fue disipada con la aparicion de Adela, la cual me mostro un poco de misericordia cuando todos lo unico que me mostraron fue su desprecio"-En ese momento Derec se levanto y miro a Ariana fijamente

"Ariana, nunca te olvidare pero tu ya estas muerta y no puedo cambiar nada, porlomenos no ahora con los conocimiento de la necromancia que tengo, encambio Adela esta viva aun y es mi deber salvarla, no dejare que sufra el mismo destino que sufriste mi querida Ariana, la salvare y esta vez no fallare la salvare por ti!!"

Derec termino de incorporarce y se dirigio hacia la luz...hacia Adela...
\"En la sabiduria esta el poder\"

Galahad78

La pesadilla volvía a reproducirse ante los ojos de MkVenner, como en un sueño: sus adoradas esposa e hija en peligro, y él, a pesar de todas sus habilidades, fuerza y determinación, sin poder hacer nada por salvarlas..."Mis pequeñas..." - susurró alargando la mano hacia ellas. Un gesto futil, pues estaban bastante lejos de su alcance. Al mismo tiempo, sentía cómo las manos putrefactas lo fijaban con cada vez mayor fuerza al sitio donde permanecía en pie.

- "¡¡¡BASTA!!!" - gritó a pleno pulmón, fuera de sí. "¡¡¡NO VOLVERÁ A OCURRIR!!! ¡¡¡NO DEJARÉ QUE MUERAN DE NUEVO!!!". Desenvainando ambas espadas, empezó a descargar potentes mandobles contra las manos que aprisonaban sus piernas, ciego de ira y desesperación. Una pequeña parte de su mente sabía que su familia estaba muerta, y que lo que estaba viviendo era un tipo de maquinación que algo o alguien le proyectaba, para que se volviera loco en su dolor. Y a fé que lo estaban consiguiendo. Pues si no llegaba a tiempo de detener el descenso de las jaulas, MkVenner no dudaría en zambullirse en el lago de lava tras ellas...
[i:ec942aef72]Si pones tinto en un vaso de txikito, es el txikito; si lo pones en un porrón, es el porrón; si lo pones en una bota, te pones las botas...Sé tinto, amigo[/i:ec942aef72]

Greeny

Las poderosas pisadas del minotauro resonaban en los oídos de Athos. El ahora guerrero dio un paso atrás, alzando su espada con valentía.

- Seré un hechicero, pero no soy cualquier hechicero... ¡soy un discípulo de la Torre de Marfil! ¿Acaso sabes que define a un mago de la Torre de Marfil engendro del infierno? Que no importa que tan difícil... o imposible, parezca la situación. Un mago de la Torre de Marfil nunca se rinde... no podrás vencerme... ¡¡¡No me vencerás!!!

El grito de Athos sonó con fuerza en medio del combate, y todos los defensores de la Torre quedaron enardecidos por el valor del guerrero. Pero el minotauro siguió su embestida contra él, torciendo su gesto con rabia. El rostro de su antiguo Maestro sustituyó a la desfigurada efigie del minotauro, y enseguida ésta desapareció y tomó la forma del Archimago de la Torre de Marfil: Astral. Y él sonreía.

El Hombre-Toro, con el cambiante rostro de Astral, descargó con fuerza su hacha. Athos alzó su arma para detener el golpe... metal contra metal... el sonido de su espada partiéndose... sangre...

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- ¡Mis pequeñas! -gritó de nuevo MkVenner, dando rápidos espadazos a las manos que se aferraban a él, inmovilizándolo. Las cortaba, una a una, pero una a una volvían a asirse a sus piernas. Un paso más, y otro, y otro. Era interminable. La jaula seguía descendiendo con bruscos tirones.

- ¡Papá! -chilló su hija, llorando, aferrada a los barrotes de la celda. La frialdad de éstos contrastaba con el calor que iba llenando sus pulmones.

- ¡No! ¡Otra vez no! -el explorador cercenó varias manos de un solo tajo, y corrió desesperado hacia adelante. Ascendiendo los pétreos peldaños con rápidos saltos, MkVenner llegó hasta la celda, justo cuando la cadena se rompió.

Su mujer y su pequeña hija gritaron, pero el doble chillido fue mudo para el explorador. MkVenner no oía nada, todo era silencio a su alrededor. Ni el burbujeante magna, ni los muertos vivientes que surgían gimientes de la tierra, ni su propio grito de dolor. Silencio.

MkVenner perdió su familia. Otra vez.

Y cayó al ardiente magma.

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Swann seguía dentro del baúl. Y los golpes le aseguraban que los libros seguían fuera, atacándolo. Era extraño, los libros eran para el bibliotecario lo más importante en su vida. En ellos había encontrado todo: alegría, tristeza, valor, cobardía, belleza... y conocimiento. Ahora su propia vida quería acabar con él.

Mientras pensaba en ello, un brusco silencio lo rodeó. Los golpes habían cesado. Extrañado, Swann sacó tímidamente la cabeza del baúl. Ya no estaba en la biblioteca, sino en otro lugar: una enorme caverna, de largas y finas estalactitas, se abría titánicamente delante, detrás y hacia sus lados. No podía ver el final de la cueva.

- Bienvenido -dijo una voz, que sobresaltó a Swann. El monje estaba ahora de pie, pero no recordaba haberse levantado en ningún momento. De hecho, el baúl había desaparecido. Sólo estaban él, la caverna, y el anciano.

- Gracias por salvarme en el bosque -sonrió el anciano-. Sin vosotros estaría muerto. Ahora, deberíamos salir de aquí. Antes de que llegue Él.

- ¿Quién es él? -preguntó Swann.

- No, él no. Es Él -replicó el anciano, algo molesto-. Y ahora, vayámonos de aquí, se está acercando.

- ¡Rápido maestro! -dijo Tom, que inexplicablemente estaba a su derecha.

Antes de que pudiera hacer algo, Swann fue derribado por un golpe en la espalda. El sabio monje jadeó en el suelo, e intentó moverse, pero no pudo. Su espalda estaba rota. Una maligna risa llenó la espaciosa caverna, mientras Swann perdía la consciencia, la vida. No pudo distinguir si quien reía era el misterioso atacante, el anciano, Tom, o él mismo...

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Derec avanzó hacia Adela, con firmeza. Sus últimas palabras aún retumbaban en la oscura estancia.

- Adela esta viva aún y es mi deber salvarla, no dejaré que sufra el mismo destino que sufriste, mi querida Ariana, la salvaré y esta vez no fallaré. La salvare por ti.

- ¡Nooooooooo! -gritó Ariana, mientras extendía sus manos, ahora garras muertas, hacia Derec. Un repentino poder oscuro recorrió la distancia entre ella y el nigromante, y éste salió despedido por los aires, cayendo al suelo con un duro golpe.

- ¡No me rechaces! -tronó Ariana, mientras Derec se daba la vuelta para, boca arriba, mirad a su antiguo amor-. ¡Tu poder me lo debes a mí! ¡Sin mí no eres nada! ¡Te saqué de la Torre para alejarte del enemigo, de la serpiente que se enroscaba en la más alta estancia! -la mujer alzó sus manos, y en cada uno de ellos portaba ahora un latente corazón-. ¡Morid, ambos! -concluyó, y cerró las manos con fuerza e ira.

De repente Derec sintió un fuerte dolor en su pecho. Gritando, se agarró la parte izquierda de su torso. Su corazón iba a explotar. A su lado, Adela se retorcía moribunda, mientras su corazón también. El nigromante alargó la mano hacia ella, deseando tocarla antes de su inminente muerte. Adela estiró su mano hacia él, con el mismo propósito.

Ariana rió, maniáticamente, mientras de sus manos caía sangre.

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- ¡Matadlo! -gritó MkVenner.

- ¡Sí, matadlo de una vez! -proclamó Athos.

- ¡A la hoguera con el engendro! -chilló Adela.

- ¡Muerte! ¡Muerte! -escupió Swann.

LordCiego no podía creer lo que ocurría a su alrededor. ¿Él era Derec? Podía verse reflejado en su propia armadura, una brillante armadura que portaba otro LordCiego. ¿O el auténtico LordCiego?

- ¿No vas a hablar, nigromante? -dijo con desprecio el Decano-. Así sea. Acaba con él, Paladín del Bien, Omnipotente Luz, Espada de la Justicia.

El aludido, LordCiego, avanzó hacia él, desenvainando su larga espada. No podía creer lo que estaba pasando. Su propia espada, su propia mano, iban a acabar con su vida.

- No... -balbuceó-. No... ¡no! ¡Yo no soy Derec! ¡Soy LordCiego, Paladín y Defensor del Templo del Sol! -de un tirón, se liberó de las metálicas cadenas que lo inmovilizaban- ¡YO soy el Paladín del Bien, la Omnipotente Luz, la Espada de la Justicia! ¡Yo soy...!Su propia espada le cortó la garganta, callándolo para siempre.

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Luz. La luz lo cegaba, le molestaba. Athos abrió los ojos, molesto. Era la luz de un elevado Sol. El hombre se incorporó, y rápidamente se miró. Vestía como siempre, como un mago. Palpándose, no notó la herida mortal que le había hecho el minotauro. Un gemido le hizo volver a la realidad. A su lado, Derec se despertaba, llevándose la mano al corazón. El nigromante pareció suspirar de alivio.

- ¿Qué demonios ha pasado? -dijo MkVenner, que acababa de despertar detrás de los hechiceros. Sudaba copiosamente, mirando a Derec como si fuera el culpable del infierno por el que había pasado.

Enseguida, Swann y LordCiego se despertaron, con claros signos de nerviosismo. Al lado del monje, el anciano que habían salvado del claro de las arañas también despertaba, mirando a todos los lados con nerviosismo, como si no supiera donde estaba.

- Nos hemos dormido, todos -aclaró LordCiego, ayudando al anciano a levantarse.

- Y parece que ninguno ha tenido lo que se dice un buen sueño -murmuró Swann mirando el semblante de todos sus compañeros. Finalmente, miró de forma interrogativa al anciano.

- ¡Ah, perdonad mis modales! -torpemente alargó la mano-. Me llamo Lartsa. Gracias por salvarme en el bosque. Sin vosotros estaría muerto. Ahora, deberíamos salir de aquí -dijo mirando el lugar donde se encontraban.

Todos estaban en lo alto de una elevación impresionante, de varios centenares de metros. Mirasen donde mirasen, veían el Bosque de las Hojas Caídas, muy abajo, a sus pies. Una enorme escalera de vastos escalones de hiedra verde ascendían por una de las caras de la elevación, y conducía directamente hacia el templo que se encontraba tras ellos. Un templo que parecía ser más viejo que el propio bosque.

De extraña forma piramidal en su techumbre, el grisáceo templo estaba precedido de una columnata llena de llamativos grabados en los que unos enormes seres de forma humanoide batallaban con gigantescas criaturas de inimaginables formas.

Y más allá de éstas, una gran puerta de un metal similar al bronce cerraba el paso al interior del templo. Seis imágenes de animales decoraban el metal: un conejo, un zorro, una serpiente, un halcón, una ardilla, y un dragón. Y todos ellos, en un círculo, rodeaban la imagen de una oscura gema.

- Sin duda, éste es el Templo de los Antiguos. Nuestro destino -habló Swann, tras observar los grabados de las columnas.

- ¿Y cómo hemos llegado aquí? -preguntó LordCiego.

Swann carraspeó, dispuesto a contestarle con una de sus largas pláticas, pero MkVenner lo interrumpió antes de mesar común gesto de su mano.

- ¿No lo oís? -todos se callaron, y poco a poco uno a uno lo oyeron con claridad.

- ¡Arañas! -gruñó LordCiego, desenvainando su espada-. ¿Cuándo nos van a dejar en paz?

- ¡¡¡Arañas!!! -el anciano, muy nervioso, corrió hacia la puerta del templo y empezó a aporrearla-. ¡Tenemos que entrar, vienen a por mí otra vez!

Por las escaleras de hiedra, aún a más de doscientos metros, los avizores ojos de MkVenner vieron como una multitud de arañas ascendían hacia ellos... y con ellas venía la gran araña que había capturado a Adela.

- Estoy pensando en un aumento Athos -gruñó MkVenner, poniéndose en guardia.
RAW INSIDE: PUNK-ROCK desde Málaga

http://www.myspace.com/rawinside

rasdel

Athos miró a MkVenner y sonrió a su comentario, pero no podía quitar de su cabeza el peligro que los asechaba desde lo lejos...

Una brisa seca acariciaba la cara del joven hechicero mientras este miraba el enorme número de arañas que aún les seguían el rastro, y de entre ellas la Reina. Como una enorme bestia oscura y peluda se alzaba de entre sus engendros...

- Esta es una batalla que no podremos ganar, luchar es en vano, al menos por ahora...- dijo Athos mirando a el resto del grupo quienes parecían estar preparados para el combate. A unos metro unos golpes sonaban como desesperados, Athos miró hacia el lado del sonido para ver al anciano, que como un maniático intentaba abrir la puerta a golpes... en ese momento algo llamó la atención del mago, quien dándose vuelta corrió hacia las escaleras...

Al mirar a la enorme puerta de bronce Athos noto seis imágenes de animales decoraban el metal. Seis imágenes que le parecieron muy familiares...
- Un conejo, un zorro, una serpiente, un halcón, una ardilla, y un dragón. pensó apoyando su mano sobre la puerta... - cada uno igual a las criaturas que se nos aparecieron... que es esto?...- dijo el mago mientras poso su mano sobre la imagen de una oscura gema.

Tratando de olvidar el peligro que los asechaba Athos se concentro en las palabras de las criaturas... intento volver en su mente a ese momento y las palabras se iban formando en su mente...

"Poder y autoridad son...contiene mi interior toda la sabiduría... piedra fueron el techo de mi primer...honor y servicio, pues me alzo sobre todos los...los ojos más brillantes velo sobre los mortales reinos,
reinos que se han desmoronado bajo la codicia de los"


Una tras otras las palabras iban formando un mensaje en la mente del mago... una tras otra las palabras se iban juntando, iban tomando sentido...

- "Portando los ojos más brillantes velo sobre los mortales reinos,
reinos que se han desmoronado bajo la codicia de los guerreros bajo mi poder

Poder y autoridad son mi humilde don,
don soy de los más poderosos de los santos hombres

Hombres codician mi brillante piel y la riqueza que contiene,
contiene mi interior toda la sabiduría

Sabiduría, en aquellos bajo mí, no es el único don ausente,
ausente en mi centro, circular como una rueda, porto afilados picos

Picos de piedra fueron el techo de mi primer hogar,
hogar de nuevo tengo en la roca, almenas y grandes salas de piedra, talladas por hábiles manos

Manos hay que no pueden alzar mi magno peso, pero los corazones apenas soportan la terrible carga que supongo siempre,
siempre ofrecedme honor y servicio, pues me alzo sobre todos los señores de la tierra, sin importar lo poderosos que sean"
- citó el mago en voz alta mientras admiraba el trabajo de la puerta...
--Efectos secundarios pueden incluir: sequedad de boca, náusea, vomitos, retención de agua, dolorosa picasón rectal, alucinación, demencia, psicosis, coma, muerte y mal aliento. La magia no es para cualquiera, consulte a su doctor antes de uso--