Derec reconocio de inmediato a Athos pese ha haber cambiado su apariencia despues de la ultima vez que se vieron, sabia que en algun momento podría contar con el, pero ahora se encontraban rodeados por unas sabandijas a las que Swann ya habia mencionado, la batalla parecia inminente, pero el clerigo ya habia liado con ellas asique se limito a esperar si le funcionaba el dialogo nuevamente

- ¡Más Héroes de la Roca! –sonrió Adso, aunque estaba nervioso por la situación.  Luego como solía hacer, se dió cuenta de que la situación no era, ni mucho menos, para sonreir. Estar rodeado de un centenar de esas bestias no era divertido, claro que al menos también le rodeaban los Heroes de la Roca.

Adso observo como el resto del grupo se preparaba para la batalla, teniendo cerca sus armas y eso mismo hizo él. Posó su mano donde acaba la espalda, para agarra la empuñadura de su fiel daga, aquella que un día perteneció a un rey, y que este gentilmente regaló a Adso tras rendirle un buen servicio.

Unas lanzas contra mi daga. No, sería un error, jamas les alcanzaría, sería atravesado antes de acercarse siquiera.

¡Saludos, ilustrado y noble troglodita! Ehem... Antes de rendirnos deseamos saber ante quién nos tenemos que rendir... ¿Quienes son los nuevos amos llegados de fuera? . Estas palabras salieron de un personaje con capucha.

Al oir estas palabras Adso reaccionó de manera diferente a sus compañeros. Estaba claro que esas criaturas no eran muy inteligentes, tal vez ayudando a este personaje, consiguiera embaucarlos para no tener que enfrantarse o ser sus esclavos de estas criaturas. Así Adso se acercó un poco hacia el encapuchado dispuesto a mediar también sus palabras con el fin de embaucar a las criaturas.

Será mejor que me coloque lo más al centro posible de todos estos heroes, si tenemos que luchar, usaré mi arpa para recordar a estos heroes, quienes son, con la canción La Batalla de la Roca.

A por ellos campeón...

Melkor se encontraba en una situacion bastante peculiar, el cazador cazado pensó, luego se rehizo mentalmente, pensó son seres inferiores aun en gran cuantía lo van a tener dificil, en ese momento escuchó:

Saludos, ilustrado y noble troglodita! Ehem... Antes de rendirnos deseamos saber ante quién nos tenemos que rendir... ¿Quienes son los nuevos amos llegados de fuera? . Estas palabras salieron de un personaje con capucha.

mientras la conversacion siga en pie sera mejor colocarse en una buena posicion para tirar fuegos artificiales, pensó Melkor. vio a uno d los miembros dirigirse al centro del grupo con un arpa, una fria sonrisa se esbozó en su cara "¿piensa vencerlos con un arpa?" "estos personajes son un tanto atipicos" pensó mientras se dirigia al centro del grupo justo como el personaje del arpa, sin darles en ningun momento la espalda a los trogloditas.

Mkvenner se sentía muy cabreado. Que esas criaturas se las hubieran ingeniado para tenderle una emboscada...Bien es cierto que estaban en su casa, pero eso no era óbice para que no la hubiera visto venir. No me puedo permitir cometer más errores como este. no tan cerca...

- Gssss, rendíos, gsss –silbó una de las criaturas en un extraño acento-. Tribu gsss Lanzas Rotas ggggs somos. Gss somos los más gssss fuertes, gsss, entregaos a los nuevos gss amos. A los gsssss llegados de gs fuera.

Antes de que ninguno pudiera responder, unas voces se oyeron desde atrás. Corriendo, varias personas llegaron desde la entrada de la cueva, y frenaron en seco al ver a la horda troglodita. A sus espaldas, unos diez trogloditas los perseguían.

- ¡Athos! –reconoció Derec a uno de ellos, y el aludido observó sorprendido al nigromante.

¿¿Athos?? Sin atreverse a apartar la vista de las toscas aunque afiladas lanzas de los trogloditas que tenía enfrente, el explorador miró a los recien llegados por el rabillo del ojo. Anoche Swann, y ahora el mago...Demasiadas casualidades. Mkvenner casi podía oír los dados de los dioses mientras jugaban con ellos en una inmensa partida. No le gustaba sentirse utilizado, pero si los dioses querían diversión, por los dioses que la tendrían. Ya ajustarían cuentas los dioses y él más adelante.

- ¿Entonces nos rendimos... o luchamos? –gruñó y echó mano a sus espadas, dejando clara su postura.

¡Saludos, ilustrado y noble troglodita! Ehem... Antes de rendirnos deseamos saber ante quién nos tenemos que rendir... ¿Quienes son los nuevos amos llegados de fuera? - se dirigió Swann al que parecía el cabecilla de los trogloditas, sorprendiendo a Mkvenner. ¿Intentar dialogar con quien te apunta con una lanza cargada? Este bibliotecario era o más valiente o más tonto de lo que parecía. Posiblemente ambas cosas, se dijo el explorador con una sonrisa. Además, otras veces ya había demostrado tener una inteligencia más perspicaz y sutil que el explorador. Quizá saliera bien, después de todo, se dijo Mkvenner. A esperar de nuevo...

- ¡Saludos, ilustrado y noble troglodita! Ehem... Antes de rendirnos deseamos saber ante quién nos tenemos que rendir... ¿Quienes son los nuevos amos llegados de fuera?

Las palabras de Swann retumbaron suavemente en la caverna... y el silencio –roto por los quedos silbidos de los trogloditas- llenó el lugar. Los compañeros, reunidos, se prepararon tensamente para la batalla. Adso incluso intentó llegar hasta Swann, pero el grupo de trogloditas de en medio se lo impidió con sus puntiagudas lanzas. Melkor se colocó cerca de él, repasando mentalmente sus hechizos.

Entonces el troglodita volvió a hablar.

- Ggggssss... los nuevos amos gss son los llegados de gsssss arriba, de más allá gss de la oscuridad gssss eterna... los nuevos amos harán gssss que la Tribu gsss de las Lanzas Rotas gggggss gobiernen los reinos gss subterráneos...

- Noble troglodita, deseamos entregarnos –dijo entonces el sabio, mirando de reojo a sus compañeros. Todos captaron que tenía un plan, un plan que les daría tiempo. Como había dicho a Greg, sólo ellos podrían llevarlos hasta LordCiego, y de paso los acercaría en su camino de resolver el misterio-. Llevanos ante los amos.

Los trogloditas abrieron un pasillo para que los compañeros pasaran, y éstos avanzaron entre las criaturas con Swann en primer lugar. Seguidos por la horda troglodita, el grupo descendió mientras seguían el camino principal. Mientras descendían, los compañeros se intercambiaron miradas, hablando mudamente... el sabio había ganado tiempo, y ahora tenían a todos sus enemigos a la espalda, por lo cual su posición era más ventajosa al no estar rodeados.

La pregunta que corría en todas sus cabezas era: ¿debían presentar batalla ahora o esperarían a llegar a su destino, donde los nuevos amos podrían estar esperándolos?

Aquellas criaturas parecían guiarlos hacia el mismo corazón de la tierra, pero ahora simplemente les cubrían la retaguardia. La marcha era casi sepulcral, el silencio y las miradas del variopinto grupo dejaban patente la inquietud de todos. Lo que Jojosh tenía claro era que si las criaturas no los rodeaban sería por alguna razón y, si antes fueron capaces de llevarlos a una emboscada a través de los túneles, no había nada que indicase que ahora no pudiesen hacer lo mismo o incluso llegar más lejos, así que se limitó a continuar el camino sin dar motivos a sus captores para precipitarse sobre ellos. Los componentes de ambos grupos que se conocían parecían respetar al monje sabihondo, a quien tenían en alta estima y de quien, de alguna manera dependía todo ahora, así que el emisario puso casi toda su atención en él y en sus captores cada vez que podía, preparándose para lo peor.

Swann había conseguido algo de tiempo y una posición menos desfavorable para el grupo en caso de batalla, ya que el estrecho pasadizo anulaba la superioridad numérica de los trogloditas.

Jubei iba pensando mientras caminaba lentamente. Pensaba en la posibilidad de aprovechar el momento para usar su gran habilidad de sigilo y esconderse en algún rincón, apareciendo después por la espalda de los trogloditas y causándoles gran número de bajas, pero estos seres no tenían ojos y no estaba seguro de poder lograrlo. Decidió concentrarse, intentar percibir si lo que les esperaba era algo peligroso.

Jubei no podía confiar en ninguno de los miembros del grupo, menos aún en los recién llegados, sobre todo no le gustaba nada ese tipo llamado Tom... por alguna extraña razón le inspiraba mayor desconfianza que cualquier otro ¿Estarían aumentando sus habilidades o sería producto de la tensión?.

Jubei volvió a concentrarse...

Cinco años atrás, Swann había debido abandonar precipitadamente su cargo de diplomático en la corte del rey Hothfarr IX: el Alto Consejo -¡ridículo nombre para un consejo de enanos!- lo había acusado formalmente de Traición al Reino. Pero los años que ejerció de embajador le sirvieron para conocer ciertas peculiaridades de los pueblos trogloditas, con algunos de cuyos clanes había tenido que tratar numerosos asuntos. Una astucia que descubrió en el curso de aquellas negociaciones en las salas umbrías que los trogloditas llamaban mayestáticmente "palacios" fue utilizar la escritura para poder hablar con sus compañeros de embajada sin que los trogloditas ni tan siquiera lo sospechasen. Reproducimos aquí una reveladora cita sobre el asunto, obra del propio Swann:

"La detección no visual del entorno que realiza el troglodita es solo sensible a amenazas y oportunidades que tienen sentido en su medio y en su tipo de vida. Así, no tardan en detectar la presencia de cualquier ser vivo, distinguiendo inmediatamente su tamaño, movimiento, etc. También muestran una extremada habilidad para detectar las armas metálicas allá donde sean blandidas, de modo que el ladrón más sigiloso empuñando una daga para atacar por la espalda nada tendría que hacer ante las lanzas de los trogloditas, que ellos usan del mismo modo que un ciego maneja un bastón, pero de un modo muchísimo más perfeccionado.
Sin embargo, los objetos no significativos en principio para su supervivencia, como pueden ser un libro, un telescopio o unas sandalias les pasan totalmente inadvertidos. No solo es que no les presten atención: es que ni siquiera pueden "verlos" (...)

  Liber de Subterraniis, Cap. IV.


Así que le bibliotecario arrancó tranquilamente una hoja de su diario y, con su carboncillo comenzó a escribir en ella mientras avanzaban por los corredores. Tom le acercó la antorcha. Tras un par de minutos comenzó a pasar la hoja a cada uno de sus compañeros. Esto era lo que escribió en ella:

Esta es una de esas ocasiones en las que no tengo más remedio que ser breve. ¡Lástima!
Seguramente estos trogloditas nos conducirán hacia los Kreegan, que están reuniendo a un inmenso ejército en las profundidades. Eso podría muy bien significar la muerte para nosotros. Pero un Dragón Negro nos ha dicho que el único modo de atajar esta invasión es buscar la raíz. También nos dijo que nuestro compañero Lord Ciego está preso por los trogloditas. Tal vez nos lleven donde él.
PARA DEREC: El dragón dijo que lo que llevas es la clave de nuestra salvación. ¡Estáte atento!
PARA ATHOS: Hola, viejo amigo, encantado de verte de nuevo.
PARA ADSO: ¿Te sabes esa balada sobre el Señor del Trueno? ¡Es buenísima! ¡Cuando cuenta cómo confunde el Yelmo del Diluvio con un orinal....!
PARA TODOS: Quemad en la antorcha este papel una vez usado. ¡Los Kreegan sí saben leer!

Tensión a todos los lados que miraba Adso. ¿Quienes eran todos estas personas? Adso solo conocía a algunos de ellos. Increible, se dijo a sí mismo Adso. Estoy rodeado de los Heroes de la Batalla de la Roca.

Creo que Pit no ganará el concurso de bardos este año - dijo sin darse cuenta de que hablaba en voz alta.

Los pasillos parecían eternos y casi se diría que podía recorrer todo el mundo, con la cantidad de bifurcaciones que existían.

En cierto momento, Melkor dejó a Adso un hoja de papel.

¿Cómo? No entiendo nada de lo que dice aquí. ¿Un dragón negro? ¿Lord Ciego? Adso lo leyó atentamente una segunda vez. No podía explicarse que quería decir la mayor parte del mensaje, así que pasó la hoja a la elfa, que aún seguía con unos ropajes, "inadecuados". Una sonrisa salió del rostro de Adso.

Mientras, se unió al encapuchado, y hablandole como si le conociera de toda la vida, le dijo: Tienes un gusto excelente, es una obra que entretiene mucho al público. Seguro que conoces la Odisea de la hija del Rey, o la Épica de El Vid Campeador, el cual fue desterrado. Sí, seguro que sí las conoces.

Pareces un hombre culto y conocedor de la historia, sería genial que me contaras muchas de ellas, y que hay de cierto y falso en todas estas letras de canciones que canto. Podría escribir maravillas con tus conocimientos... Por unos instantes Adso había olvidado todo lo que le rodeaba, la oscuridad, los trogolitas, que estaban presos...todo.
Pero unos siseos le despertaron de nuevo.

He oido historias sobre los Kreegan, y sinceramente, no me gustaría verlos en persona. - fueron las últimas palabras de Adso hacia el encapuchado, luego se sumió un sus pensamientos...

-Vamos chicos, no me puedo creer q no enfrentemos a estos seres inmundo-su incredulidad dio paso a q todo siguieran al sabio con los ojos cerrado,a pesar q Aridane se negaba  a bajar lña cabeza y pasar por sumisa ante eses seres, no le quedo otro remedio todo los seguian y ella se kedo sola.Habia algo q la exasperaba y era el sabio  su intinto la alertaba y ya descubriria el por que.
El por que se descubrio a los poco minutos, el simple echo leeer la palabra Kreegan la puso ala defensiva,no podia creer  lo q iba a pasar,otra vez  verlos otra vez recordar el pasado,maldito sabio por que se empeño en ir  con esos trogloditas,por que tendria ella q volver a ver alos kreegan. . . .  
Lo mas q le sorprendio a Aridane es q toda akella marabunta de humanos y demas criaturas saludaran con tanta familiaridad a Athos,quizas Athos era un traidor yu los habia llevado auna muerte segura,quizas era cierto que habia asesinado  al mago. . . .  
No alejo de si todas esas dudas e intento poner su mente en blanco pero,no otra vez no esa maldita voz q la atormenta, esta vez era mas intensa y mas persistente,por que rera incapaz de controlarla? por que no la dejaba en paz ? que queria de ella?

Era como un vació... la oscuridad cubría todo. Parecía que ni siquiera la fogoza luz de las antorchas podía pentrarla. La tenue luz alumbraba un camino rocoso y a los lados se veía, aunque muy poco, miles y miles de bifurcaciones una tras otra, profundos agujeros que hacían que se perdiera la confianza en intentar un escape...

A pesar de que su posición era ventajosa Athos sabía que los trogloditas no eran tan tontos como parecían. Los trogloditas podrían ser criaturas sumamente débiles pero al ser ciegos esa oscuridad no era un problema para ellos, y estaban en su "casa" por ende la enormidad de tuneles no ocultaba ningún secreto. Con el menor intento de escape estarían rodeados denuevo y en ese caso ni siquiera las sabias palabras de Swann lograrian sacarlos del aprieto. Athos tomo con fuerza su vara y continuó caminando mientras analizaba el camino...

La mano del extraño guerrero fue hacia el druida dandole lo que parecía ser una nota. Athos la tomó con naturalidad para evitar que un movimiento rápido o extraño alerte a los trogloditas. Tratando de mantener el paso la leyó rápidamente con los ojos...

-Kreegan... Dragón... LordCiego... balada sobre el Señor del Trueno...balada sobre el Señor del Trueno??-una sonrisa recorrió el rostro de Athos, era típico de Swann irse por las ramas inclusive en las situaciones más peligrosas.

A pesar de todo, Athos estaba alegre ya que nuevamente estaba junto a sus compañeros y se sentía confiado de que saldrían de este aprieto como en ocaciónes anteriores... aún no sabía como, pero pretendía seguir el plan de Swann.

- No importa donde lleve este camino, no importa si es al mismisimo infierno... sea donde sea LordCiego está allí... y no podemos dejarlo- pensó mientras pasaba la carta a el siguiente compañero...

Melkor cogio un papel que le pasaba el bibliotecario Tom

- mmm. gruñó y lo miro de refilon. Cogió la nota y la leyó, dandole un guiño despues a Tom por informarle, tras lo cual le pasó la nota al bardo. mientras el bardo leia la nota Melkor empezo una conversacion con Tom para enterarse mejor de quienes eran todas esas personas que lo rodeaban y para que le contase más sobre lord ciego y todos esos misterios.

Mkvenner tomó la nota que le alargaban sus compañeros. Después de leerla rápidamente, se la pasó a otro de sus colegas de cautiverio/infortunio. Según la información de Swann, intentar la huída no tenía sentido, pues estas criaturas podrían encontrarlos con facilidad en ese lugar; estarían en clara desventaja. No tenía sentido rebelarse contra lo que no se podía cambiar, y por el momento su cautiverio y el de sus compañeros entraba en esa categoría. Confíando en que Swann tuviera un plan, el explorador siguió los pasos de sus compañeros, adentrándose cada vez más en la negrura. Mkvenner esperaba que pudieran encontrar y rescatar al paladín Lordciego, pues estaba ansioso por intercambiar ciertas palabras sobre cierta espada con él...

El camino parecia interminable, poco a poco los personjes de esta aventura se adentraban mas en la lugubre caverna de los trogloditas, adelante Swann parecia escribir algo, una nota que luego se la paso, decia:

-El dragón dijo que lo que llevas es la clave de nuestra salvación. ¡Estáte atento!


Al principio sus palabras no tenian mucho sentido, como la gema podria ayudarlos en este caso, ya que esta es usada mas que nada para los no muertos, y Los Kreegan estan vivos, pero recordo las viciones que tuvo sobre la gema, viciones que finalmente lo condugeron a esta caverna, entonces la que dijo el Dragon tendría sentido, todo dependeria de estar en el momento indicado en el lugar indicado con la gema, ¿ Que otra sorpresa podría dar la gema?, no lo sabia pero todo parecia tener sentido ahora,

Sera mejor continuar el camino-Penso

Por sus conocimientos de ocultismo, Derec sabia algo de Los Kreegans, sabia que eran demonios que vivian en el subsuelo en donde la tierra es incandecente, rios de lava y admosferas de azufre rodean todo su paisaje, viven siempre deseosos de salir a la suiperficie y dominarla pàra que sirvan a sus propositos, de alguna manera habian conseguidos cierto contacto con este mundo atravez de tuneles o puertas dimencionales que unen ambos mundos y al parecer estaban apunto deconocer una de ellas...

Hacia las profundidades. Más y más profundos.

Guiados por los trogloditas, los compañeros llegaron hasta una bifurcación. Tres anchos caminos, tenuemente iluminados por los luminosos hongos, se abrían ante ellos. Con un gesto de su lanza, el troglodita que les había hablado les indicó el camino de la derecha. Silenciosamente los compañeros siguieron el camino, que finalmente desembocó en una gran reja.

- Gssss, pasad dentro, gsss –dijo el troglodita, y pareció que sonreía, si eso era posible.

La reja fue abierta, y los compañeros entraron a un estrecho pasillo.

- No me gusta esto –gruñó en voz baja Melkor, mientras los compañeros llegaban a una nueva reja, ya abierta para ellos. Cuando la traspasaron, todos quedaron anonadados ante el espectáculo.

Estaban en un enorme coliseo de piedra. Realmente, estaban en la arena del coliseo.

La reja a su espalda se cerró, pero ninguno lo notó. Los gritos en forma de siseos llenaron el aire, ensordeciéndolos. Varios centenares de trogloditas llenaban las altas y curvaceas gradas, pero una figura destacaba entre toda la marabunta. Su presencia llamó la atención de los compañeros.

Sentado en un pétreo trono, el demonio observaba a los recién llegados con una torcida sonrisa que mostraba sus puntiagudos dientes. De piel roja y puntiagudos cuernos, la criatura golpeaba a veces con su látigo de tres puntas a algún inepto troglodita que se le acercaba demasiado en un intento de halagarlo para lograr su favor.

Finalmente, tras lo que pareció ser una eternidad, pero que fueron unos segundos, el demonio hizo un casi imperceptible gesto, y cuatro rejas de las varias que rodeaban la arena se abrieron.

A la derecha de los compañeros apareció una oscura Gorgona-Toro, de cuyas cuencas nasales un blanco vaho emergía con enojado ritmo.

Algo más a la izquierda de la negra criatura, emergiendo rápidamente de la reja abierta, apareció un ser verde de varios pares de patas.

- Un basilisco –murmuró Jubei. En su tierra estas criaturas eran muy comunes, y ya se había enfrentado a ellas... instintivamente se llevó la mano a la cinta de su cabeza.

A la izquierda del grupo se oyó un temible grito; un grito muy agudo... el de un wyvern de castaña y resbaladiza piel. La criatura tenía cercenadas las alas, pero ello no disminuía el peligro del terrible ser.

Y frente al grupo, una cuarta criatura apareció. Un extraño perro de tres cabezas, casi tan alto como una persona, mostró sus hileras de sucios dientes en actitud de amenaza.

- Sin duda, la diplomacia no es su fuerte –ironizó Swann, viendo como las criaturas se acercaban lentamente a ellos, aunque aún estaban a un centenar de metros.

- ¡Eh, mirad allí! -gritó entonces Greg. Todos lo vieron entonces... LordCiego, el paladín, estaba atado a un poste en el lado opuesto de la arena. Sin su armadura, sus ropas estaban desgarradas, mostrando rastros de sangre. A su lado una nueva reja se abrió, y un malvado ser, poco visto en Erathia, salió de ella para dirigirse hacia el indefenso paladín. El demonio sonrió por la situación que había creado.

- ¡Una naga! -reconoció Swann, recordando las ilustraciones de uno de sus libros donde se motraban a estos seres, mitad mujer, mitad serpiente. Sus cuatro brazos portaban sendas espadas, cuyas puntas verdes mostraban claramente el veneno que portaban.