Aullidos en la Niebla - Narración

Iniciado por Greeny, Diciembre 10, 2005, 06:58:43 PM

Greeny

MASTER: Greeny
PERSONAJES:
Adso (Krator):El Bardo trabaja temporalmente en una Taberna de la zona mientras espera encontrar un poco de acción para poder inspirarse y aumentar a su repertorio de canciónes.
Aridane (Medea): Los pueblos cercanos al Bosque Largo -donde el Círculo Druídico habita actualmente-, muchos la relacionan con unos extraños sucesos: los ataques de unos insólitos y feroces lobos, envueltos en una misteriosa niebla y precedidos de pequeños temblores de tierra. El Círculo Druídico ha enviado a la joven elfa, junto con otro hermano druida, Athos, a investigar estos raros sucesos.
Athos (Rasdel): Tras la Batalla de la Roca, y sin sentirse realizado con su tarea de hechicero, Athos decidió renunciar a la Orden de Hechiceros y unirse al Círculo Druídico, donde otro de sus amigos de juventud, Ellessar, le enseñaría la senda del druidismo. Por este acto de rebeldía, entre los magos empezó a ser conocido con desprecio como "El Salvaje". Pero eso no importa a Athos, que al fin se siente bien consigo mismo. Athos se trasladó con el Círculo Druídico al Bosque Largo, comenzando su entrenamiento como druida.
Han pasado dos años desde la Batalla de la Roca, y un nuevo peligro parece acechar en el norte de Erathia: los rumores sobre ataques de extraños lobos, repentinas nieblas y temblores de tierra se están extendiendo por la zona, y muchos empiezan a culpar a los Druidas de ello. Por ello, Gem ha mandado a Athos y a la elfa Aridane al cercano pueblo de Lainor, cuyos habitantes siempre han sido amigos de los Druidas... pero quien sabe la bienvenida que recibirán...
Derec (TheLordAlex): Derec se vio arrastrado a una enigmática aventura en el Bosque de las Hojas Caídas en la búsqueda de la Gema Oscura, donde se enfrentó a la Horda del Cráneo Rojo y al líder de su antigua Orden: el traidor Astral; pero también se encontró con un viejo amigo de su juventud: Athos. Tras la Batalla de la Roca, Derec huyó del lugar con la Gema Oscura.
Han pasado dos años, Derec ha desarrollado una gran amistad hacia el explorador Mk Venner, al ver que a ambos les mueve el mismo objetivo: resucitar a sus seres queridos. Y por fin ese objetivo está cerca. La Gema Oscura le ha hablado en sueños, indicándole el lugar donde encontrará ese poder. "Busca la Cueva del Lobo, más allá de Janak".
Hermano Tobías (Vitirr): El Hermano Tobías es uno de los tantos fieles miembros del Culto de Baa, quien lo ha enviado en una importante misión, encontrar al nigromante Derec y protegerlo a todo coste.
Jojosh (Lepastur):El hombre acaba de llegar al norte de Erathia como un mensajero de una tal Condesa Ambrosía.
Jubei (Adicto20): Armado con tres katanas Jubei ha llegado al continente de Erathia, aunque nadie sabe qué es lo que busca.
Lord Ciego (LordCiego):Tras una inesperada aventura en el Bosque de las Hojas Caídas, LordCiego regresó al Templo del Sol, donde Adela fue nombrada Decana, un hecho histórico al ser la primera mujer que accedía a tal puesto.
Han pasado dos años desde aquella Batalla, y un nuevo viaje espera al paladín. Rumores sobre ataques de extraños lobos, repentinas nieblas y temblores de tierra se están extendiendo por el norte de Erathia. Adela ha decidido mandarlo como protector del sabio bibliotecario Swann, junto con el ayudante de éste, Tom, y otro paladín, Greg. Su destino es el lugar donde empezaron esos rumores... un lugar maldito para muchos: el lugar donde cayó la Roca.
Melkor (ValenciaBest): El cazador Melkor ha sido enviado por la Torre de Cuarzo en busca de Athos, quien ha sido acusado de asesinato.
Mk Venner (Galahad78): El explorador viajó al Templo del Sol, junto a Athos, donde se vio inmerso junto con otros compañeros en una extraña aventura en el Bosque de las Hojas Caídas; una aventura que concluyó con la Batalla de la Roca. Entonces, el Héroe decidió cambiar el objetivo de su vida, tomando el camino más fácil: rastreó al nigromante Derec, el cual había robado la Gema Oscura, para que le ayudase a resucitar a "sus pequeñas". Finalmente encontró a Derec, el cual aceptó si trabajaban juntos en su objetivo común.
Han pasado dos años, dos años encerrado en una oscura cueva. Mkvenner se ha vuelto más arisco y "oscuro" que antes, pero también ha desarrollado una gran amistad hacia el nigromante, al ver que a ambos les mueve el mismo objetivo: resucitar a sus seres queridos. Y por fin ese objetivo está cerca. Según Derec, la Gema Oscura le ha hablado en sueños, indicándole el lugar donde encontrará ese poder. "Busca la Cueva del Lobo, más allá de Janak".
Swann (Swann): Tras una inesperada aventura en el Bosque de las Hojas Caídas, Swann logró una inesperada reputación que no esperaba –ni deseaba-. De vuelta al Templo, el monje ignoró su creciente fama como Héroe de la Batalla de la Roca y volvió a sus obligaciones de bibliotecario. En sus ratos libres aprovechó para escribir un libro sobre el Templo de los Antiguos y el Bosque de las Hojas Caídas, pero siempre evitando el delicado tema de la Gema Oscura. Además, dedicó su tiempo a hablar sobre el mundo oculto con Adela y a cosechar con Tom y otros acólitos las uvas de las vides que él mismo plantó cuando llegó al templo, para producir las primeras botellas de "Templo del Sol".
Han pasado dos años desde la Batalla de la Roca, y rumores sobre ataques de extraños lobos, repentinas nieblas y temblores de tierra se están extendiendo por el norte de Erathia. Adela ha decidido mandarlo como junto con su ayudante, Tom, su viejo amigo Lord Ciego y otro paladín, Greg. Su destino es el lugar donde empezaron esos rumores... un lugar maldito para muchos: el lugar donde cayó la Roca.

AULLIDOS EN LA NIEBLA

Llevaban horas de viaje.

Galopando suavemente, las cuatro figuras a caballo se habían alejado del Templo del Sol. Su destino era un malhadado lugar al que nadie se acercaba. Según decían, estaba embrujado. Embrujado desde que en aquel lugar cayó la Roca, desde el cielo.

- Y en las noches como ésta –decía en ese momento Tom, mirando el cada vez más oscuro cielo- parece ser que de entre las grietas del cráter de la Roca surgen extraños silbidos...

LordCiego gruñó quedamente, y el asustadizo joven calló enseguida. El paladín estaba cansado de la cháchara del ayudante del bibliotecario.

- Has pasado demasiado tiempo en la Taberna del Esqueleto Cojo –dijo el otro guerrero del grupo, Greg, un paladín tan joven como LordCiego-. Tom, no hagas caso de todo lo que dicen esos supersticiosos marineros.

- ¿La Taberna del Esqueleto Cojo? –fue Swann, el sabio, el que habló ahora-. ¿La Taberna de Delras? Ese nombre tiene una interesante historia detrás... -LordCiego puso los ojos en blanco-. Como sabéis, cuando la Horda atacó nuestro Templo, llegó desde el mar. Después supimos que habían arrasado la portuaria Delras a su paso. Pues bien, mientras atacaban la antigua Taberna del Marinero Borracho, su dueño, el viejo Cebadilla, armado con la pata de palo de un pirata muerto, defendió su posada contra un horrible esqueleto...

- ¡Algunos dicen que ese no-muerto medía tres metros! –se entusiasmó Tom.

- ¡Shhh! –hizo callar Greg al joven, interesado en la historia de Swann. LordCiego se llevó una mano a la cabeza. No entendía cómo Adela le había mandado a él, el Capitán de los Defensores del Templo, con esos tres.

- ... ¡y de un golpe dejó cojo al esqueleto, que huyó del lugar como pudo! –seguía el bibliotecario. Tom, emocionado, imitó una estocada en el aire, y casi cayó del caballo al hacerlo-. Por eso la posada se llama así, y por eso en su pared cuelgan los dos trofeos: la pierna del esqueleto y la pata de palo del pirata. Pero lo mejor de todo...

- Hemos llegado –gruñó LordCiego, que estuvo a punto de soltar un "por fin".

Swann calló, mientras observaba adelante. En efecto, habían llegado.

- Tenemos poca luz –musitó el sabio, bajándose del caballo y dándole las riendas a Tom. Greg, obediente, encendió una de sus antorchas y siguió a Swann, mientras Tom desmontaba y cogía todas las riendas de las monturas.

Sin duda, aquel era un lugar diferente. Un enorme cráter, bastante profundo, era el centro de una zona totalmente devastada, sin plantas ni vida de ningún tipo. Sólo rocas. El bibliotecario se agachó, y Greg iluminó el suelo.

- Mmmm –Swann pasó las yemas de sus dedos con la yerma tierra, y luego se miró la mano-. Aquí hay algo... una especie de esporas, o algo similar.

- ¿Esporas? –preguntó LordCiego, mientras extrañado miraba alrededor-. Pues aquí no parece crecer nada.

- Aquí hay algo más –era la voz de Tom; parecía intranquilo-. Espero que no sean lo que parece...

Los dos paladines y Swann se acercaron al ayudante. El bibliotecario, que había estado en el bosque últimamente, reconoció las huellas enseguida.

- Si lo que crees es que son huellas de lobos... acertaste Tom –dijo Swann.

- ¡Lobos! ¡Tengo miedo a los lobos! –gimió Tom, casi soltando las riendas de los caballos.

- ¿Sólo a los lobos? –ironizó LordCiego, agachándose y mirando las huellas-. Son muchos... al menos dos docenas, o tres.

- ¿Recientes? –preguntó Greg.

- Algunas sí, otras no –dijo Swann, levantándose-. ¿Recordáis los rumores?

- Sí. Temblores, nieblas... y ataques de lobos –dijo Greg.

- Pues ya tenemos algo: lobos –dijo LordCiego.

- Busquemos fragmentos de la Roca, quizás nos ayuden –dijo Swann, mientras el cielo terminaba de oscurecer. Tom encendió una segunda antorcha.

- Aquí hay algo –el bibliotecario se agachó, cogiendo una pequeña roca, de tono plateado y muy pesada para su tamaño-. Nunca había visto algo así. Debe de ser de la Roca.

- También están llenas de esporas –dijo LordCiego, cogiendo otra piedra plateada. Un escalofrío recorrió el cuerpo del paladín entonces. Greg, al ver el serio rostro de su superior, se acercó a él.

- ¿Qué ocurre mi capitán?

Un aullido sonó en el aire, y fue respondido enseguida por otro aullido, éste más cercano...

----------------------------------------------------

Mkvenner saltó atrás, esquivando por poco el hacha. Sudoroso y agotado por todo el día huyendo a pie de sus enemigos, el explorador sabía que debía acabar rápido con el maldito zombi o pronto su cadáver pasaría a engrosar las filas de la maltrecha Horda del Cráneo Rojo. Con un rápido giro, mientras con su espada corta detenía el hacha de su rival, Mkvenner clavó su espada más larga en la garganta del no-muerto. Entonces pateó el gordo estómago del zombi y lo derribó.

- Perdo Corpus –susurró una oscura voz a su espalda. Girándose con las espadas prestas, el explorador vio como un esqueleto, que había estado a punto de decapitarlo por la espalda, se convertía en polvo en sólo unos segundos.

No quedaban más enemigos.

- Gracias por salvarme con ese rápido hechizo, amigo –jadeó Mkvenner-. Y ahora, vayámonos de aquí, antes de que los espías de la Horda vuelvan a encontrarnos. Sabes que no se detendrán hasta conseguirla, ¿verdad?

- Lo sé –habló su compañero, un pálido hechicero cubierto por una negra túnica. Echándose la capucha sobre su cabeza, el mago señaló al este, mientras las últimas luces del astro brillaban desde poniente-. Esa es Janak. Hemos llegado.

- Bien, me vendrá bien un descanso –Mkvenner envainó ambas espadas, y se dirigió a la populosa ciudad, acompañado por su tenebroso compañero: Derec, el nigromante.

----------------------------------------------------------

"Bienvenido a la humilde villa de Lainor"

Así rezaba el cartel a la entrada del pueblo. El visitante, montado en su negro e imponente corcel, miró entonces a su alrededor.

- ¿Villa? –susurró, observando la totalidad del pueblo con un rápido vistazo. Una docena de casas era todo lo que veía. Desde luego no es lo que él entendía por "villa". Entonces oyó unas carcajadas. Su penetrante mirada fue enseguida al lugar de donde procedía tal manifestación de alegría.

Una posada.

En medio de la silenciosa noche, las luces y el ruido de la posada destacaban notablemente. Una alegre melodía, procedente de un arpa, invitaba a cualquiera a unirse a la fiesta.

- Es un buen sitio para empezar a buscar –dijo Melkor, y dirigió su caballo al pequeño establo de la posada.

-------------------------------------------------------------

Janak era enorme, y desde luego en ella vivía muchísima gente, al menos para el explorador y el nigromante. Ambos caminaban por lo que parecía la calle principal, y la gente, al ver sus sucios ropajes, se apartaban de ellos. Desde luego, no parecía que Janak estuviese acostumbrada a los aventureros.

- Busquemos una posada. Han sido muchas millas a pie huyendo de esos malditos no-muertos –jadeó Mkvenner, que chocó con alguien. De muy mal humor, el explorador comenzó a gritar-. ¡Mira por donde vas! ¿Es que no tienes ojos?

- Aún sí, pero es sólo cuestión de tiempo –dijo la persona con la que había chocado. Mkvenner y Derec se quedaron callados al ver al extraño personaje. Para empezar, su acento mostraba que no era de Erathia. Incluso dudaban de que fuese de este continente. Alto y fuerte, con una larga coleta morena y una fina barba, el hombre llevaba una cinta tapándole los ojos. Pero lo más enigmático es que el hombre sonreía de una extraña manera, como si hubiera encontrado lo que hacía tiempo que buscaba. Enseguida se quitó la cinta, y los dos compañeros vieron unos ojos –algo rasgados- casi blancos.

- Me llamo Jubei –el hombre extendió la mano hacia sus compañeros. Mientras el explorador le estrechaba la mano por cortesía, Derec miraba las tres insólitas espadas que colgaban de su cinto y en su espalda-. En mi país las llamamos "katanas".

- –Derec hizo un ademán con la mano, impaciente-, ¿pero qué es lo que quieres de nosotros? Tenemos prisa y...

- Antes de seguir hablando... ¿no creéis que deberíamos encargarnos de los recién llegados? –dijo Jubei, haciendo un gesto para señalar detrás de los compañeros.

Mkvenner y Derec se giraron. Toda la gente corría, chillando, ocultándose en las calles laterales o en las casas. Por la gran avenida venían media docena de oscuros caballeros, cubiertos por negras armaduras y armados con toscas espadas. Sus corceles de guerra eran enormes, de ojos rojos y grandes y babeantes hocicos. Frente a ellos, también a caballo, un pequeño ser de piel verde y largas orejas reía, fuera de sí.

- Jijijiji, al fin os encontramos, jijijiji –su aguda voz era molesta para los que la oían-. Sí, sí, jijiji, el Amo al fin verá que Thant es un buen rastreador, un buen cazador jijiji. El Amo sabrá que Thant es el mejor de sus esclavos cuando le lleve con él lo que tanto ansía...

Los jinetes se acercaban lentamente a los tres hombres... pero algo se interpuso entre ellos. Un hombre, cubierto con una oscura túnica violeta, se puso frente a los caballeros, a cierta distancia.

- Esta ciudad está ahora bajo la protección del Culto de Baa, engendros del Más Allá. Marchaos antes de que seáis devueltos a la fría tumba de la que salisteis.

- Jijijiji, muy gracioso el monje, jijiji –Thant reía divertido. Era curioso ver a un ser tan pequeño en un caballo tan grande-. ¿Con que nos vas a golpear, con los puños? Jijijiji.

El monje de Baa sacó los puños de las mangas, y sonrió. Mientras, varios arqueros y espadachines de la milicia de la ciudad empezaron a rodear la zona. Varios monjes, con las mismas túnicas que el hombre que se interponía entre los no-muertos y su objetivo, también llegaron al lugar.

- Hermano Tobías, estamos aquí -dijo uno de ellos.

- Jijijiji, ¡esto va a ser muy divertido!

-------------------------------------------------------------

La posada estaba llena esa noche. Absolutamente todos los hombres, mujeres y niños de Lainor estaban en ella. Era la manera de alejar sus mentes de los últimos sucesos que habían ocurrido alrededor de la villa, y por todo el norte de Erathia. Extraños temblores de tierra, acompañados de una gruesa niebla y unos feroces lobos –o eso decían, pues pocos habían visto algo y habían sobrevivido para contarlo- llenaban las conversaciones del lugar.

Entre ellos había varios forasteros, que estaban de paso en estos tiempos de peligros. Uno de ellos era Jojosh, un hombre que se había presentado como mensajero de la Condesa Ambrosía. En esos momentos hablaba con una bella joven del lugar, contándole diversas aventuras y peripecias de su vida.

Pero la conversación de la mayoría de los presentes giraba en torno a los terribles acontecimientos, a los terribles lobos. Muchos susurraban que todo ello era cosa de los Druidas, instalados en el cercano Bosque Largo.

Afortunadamente un arpa y una voz alejaban esos temores de los corazones.

"Y la Roca cayó desde el ancho cielo,
Y los Héroes contra la Muerte,
Luchaban sin descanso ni miedo,
Entre ellos, Athos el hechicero..."


Alguien sonrió al oír esa parte de la canción: un joven hombre. Frotándose la barbilla –la cual no tenía barba, aunque durante años si la llevó-, el varón miró a su acompañante, una bella mujer. Ambos estaban en una esquina de la posada, más oscura, apartados de la fiesta. Sus capuchas ocultaban sus rostros.

- Aún se refieren a mí como hechicero –dijo el hombre.

- Así es. Eres uno de los Héroes de la Batalla de la Roca, así que es lógico que aún te recuerden como mago –la mujer sonrió, y volvió la mirada al bardo, un tal Adso, que en esos momentos hablaba de Derec-. Mmm, el nigromante que huyó con la Gema Oscura. ¿Aún lo añoras, Athos?

- Un poco. Fue mi amigo durante toda mi infancia y juventud. Pero hemos tomado caminos diferentes –Athos sonrió levemente al oír como el bardo nombraba a LordCiego, diciendo de él que logró alzar con una sola mano a la Hidra del Caos-. No creo que vuelva a ver a ninguno de ellos, pero no me arrepiento de mi decisión de unirme a vosotros, Aridane.

La elfa –pues era una hembra de esa raza- posó su mano suavemente sobre el brazo de Athos, pero justo en ese momento la puerta se abrió. Todos se giraron para ver al recién llegado. El bardo dejó de cantar.

En la puerta, quieta, había una alta y delgada figura. Quitándose la capucha, todos vieron su rostro: era un elfo, con un largo cabello rubio y unos ojos claros. Y fueron esos ojos claros y penetrantes los que observaron a todos los que estaban en la estancia, como si buscase a alguien.

Athos tuvo una extraña sensación. Y esa sensación se confirmó cuando el desconocido detuvo sus ojos en él. El recién llegado lo señaló con un dedo de su mano derecha, y habló con voz clara pero dura:

- Athos el "Salvaje", soy Melkor de la Torre de Cuarzo. En nombre de la Orden de Hechiceros, quedas detenido por el asesinato de tu antiguo maestro Eifol. Ven conmigo, y no opongas resistencia.
RAW INSIDE: PUNK-ROCK desde Málaga

http://www.myspace.com/rawinside

rasdel

-Eifol... asesinado, ja... veo que la corrupción de las Torres crece cada día. No soy quien buscas hechicero, porque no vuelves con tus maestros y les dices que busquen a otro "chivo expiatorio" a quien culpar- dijo Athos mientras removía su capucha para revelar su noble rostro.

Lentamente se puso de pie, todos los presentes estaban mirándolo. Más de una docena de personas estaban aterrorizadas de lo que podía llegar a pasar, después de todo, una disputa entre hechiceros nunca terminaba bien.

-Si eres hechicero sabes que todo caso oficial de esta magnitud debe realizarse en privado y que tengo derecho a defenderme. Propongo que vayamos afuera a arreglar esto, si no crees mis palabras...- hizo una pequeña pausa y prosiguió cambiando de tema...

-... de todos modos aquí hay muchos presentes y es mejor que no estén involucrados,  esta gente no tiene nada que ver y no quiero causarles problemas - dijo mientras tomaba su vara que estaba recostada contra la pared.

-Perdona si te dejo aquí Aridane... se ve que aún me acechan mis propios demonios... debo hacer esto y lo sabes, por favor... no me sigas, no se de que sea capaz este mago y no es necesario que corras peligro por mi,... que Gaia este contigo- dijo mirando a su compañera mientras se dirigía a la puerta...

Caminando hacia la puerta vio como los ojos del oscuro personaje lo veían con despreció, a pesar de esto Athos mantuvo un gesto calmado y tranquilo, no era necesario hacer que este personaje desconfiara aún más.

-Estaré esperando afuera...- susurró mientras pasaba por el lado de quien había ido a buscarlo...
--Efectos secundarios pueden incluir: sequedad de boca, náusea, vomitos, retención de agua, dolorosa picasón rectal, alucinación, demencia, psicosis, coma, muerte y mal aliento. La magia no es para cualquiera, consulte a su doctor antes de uso--

ADICTO20

- Manteneos unos pasos detrás de mi - Susurró Jubei a los dos caminantes que acababa de conocer, mientras cruzaba los brazos situándolos sobre la empuñadura de las dos espadas a ambos lados de su cintura.

- Has elegido un mal día para ir de caza criatu... - Jubei no pudo terminar su frase al ser interrumpido por un hombre encapuchado que se interpuso entre ellos y los jinetes, pronunciando con determinación: - Esta ciudad está ahora bajo la protección del Culto de Baa, engendros del Más Allá. Marchaos antes de que seáis devueltos a la fría tumba de la que salisteis – Además, después de esto la milicia local llegó a la zona junto con un extraño grupo de hombres vestidos con túnicas.

Mientras la extraña criatura verde reía demencialmente ante la situación, Jubei exclamaba con una sonrisa marcada en la cara: - ¡Ayuda inesperada! ... - se detiene un momento y continua, esta vez dirigiéndose a la criatura: - Estáis a tiempo de dar media vuelta... no es mi deseo que los filos salgan de sus vainas – mientras decía esto, agarraba las dos espadas por su empuñadura y las sacaba escasos dedos de sus fundas a modo de advertencia.

Después de esto, Jubei examinó brevemente el aspecto de la criatura y su escolta de oscuros jinetes, intentando hacerse una idea del peligro que representaban, ya que el que una criatura de aspecto tan lamentable y débil desprendiera tales aires de superioridad, le parecia cuanto menos, extraño. Pero el sabía lo que buscaban y porque estaban ahí, así que se preparó para lo peor, ya que en caso de enfrentamiento, no solo debería preocuparse de si mismo...
[highlight=#FFFFAA]They say an end can be a start. Feels like I\'ve been buried yet I\'m still alive.[/highlight] - If I Ever Feel Better (Phoenix)

Swann

Los caballos empezaban a querer huir: Swann corrió a atarlos al grueso tocón chamuscado de lo que había sido un roble.  Así quizá nos sirvan de barrera pensó.
Luego habló susurrando pero suficientemente alto para que todos pudieran oírle:
Salvo que se trate de lobos no naturales, cosa que dadas las circunstancias no me parece descartable... -el monje sacó su arco y se colgó el carcaj al hombro- deberían acobardarse ante el fuego... ¡Tom, coge otra antorcha y ponte a mi lado..! Si atacan, blándelas como si fueran espadas... Eso es, así, con cuid.. eeehh... ¡sin chamuscarme a mí, atontado!

Mientras Greg y Lord Ciego se preparaban para el combate, el monje se colocó delante de los caballos y tras las antorchas de Tom para poder ver lo antes posible las siluetas de los lobos. Tensó la cuerda del arco y, según su técnica habitual, pensó en la receta de un revuelto de setas y ajos tiernos para poder concentrarse.

Recoléctese una onza de Amanita Caesarea o Coprinus Comatus e, inmediatamente, pues se echan pronto a perder, trocéense con los dedos, apartando el tallo. En una marmita de barro no muy honda, póngase a dorar un diente de ajo en un poco de aceite de oliva...

TheLordAlex

Derec estaba ya cansado de los distintos ataques de los enviados de Sandro, sabia que llevaba con el una gran carga, pero ese era el precio de tratar de lograr lo imposoble, equello que volveria a darle sentido a su vida, la gema le habia dado muchos beneficios pero aun no lo que deseaba.

Acababa de conocer a un extraño personaje que se hacia llamar Jubei cuando nuevamente un ataque de Sandro se hacia presente

Sandro no me dejara en paz hasta que consiga lo que quiere-Pensó mientras se alistaba para la lucha, esta vez los no muertos que venian por el estaban guiados por uno de los comandantes de Sandro, Thant, el cual no parecia menazante pero no se fiaría de él.

Veo que Sandro envio al más patético de sus esbirros-Dijo de una manera burlona y lo suficientemente alto como para que lo escuhe mientras alzaba su baston en forma amenazante

Perdo Corpus!!! Entono con el fin de eliminar al no muerto que se encontraba al costado de Thant amedrentarlo y darle a entender que no sería tan facil de capturar
\"En la sabiduria esta el poder\"

Vitirr

- Esta ciudad está ahora bajo la protección del Culto de Baa, engendros del Más Allá. Marchaos antes de que seáis devueltos a la fría tumba de la que salisteis.

Estas u otras similares eran palabras que Tobías había tenido que pronunciar más de una vez en los últimos tiempos, y siempre había conseguido proteger la ciudad tal y como el culto le había encomendado. Por ello no se sorprendió cuando la criatura que lideraba el grupo agresor se mofó de sus capacidades. Estaba acostumbrado a que le subestimaran, incluso se podría decir que eso jugaba en su favor.

En pocos segundos se vio respaldado por la milicia de la ciudad y sus hermanos de culto, los cuales se iban arremolinando a su alrededor. Todo estaba dispuesto...

- Estáis a tiempo de dar media vuelta... no es mi deseo que los filos salgan de sus vainas.

La desconocida voz rompió por un momento la concentración de Tobías. No sólo era una voz desconocida sino también extraña. Su acento marcado era completamente inusual en el lugar, y Tobías, que aunque no era un trotamundos había hecho algunos viajes por Antagarich, era incapaz de reconocer su procedencia. El hermano giró la cabeza para buscar al portador de dicha voz y la visión no fue menos sorprendente. El hombre era fuerte y su apariencia pintoresca, pero imponente. Uno preferiría no tenerlo como enemigo.

Iba acompañado de otros dos hombres no corrientes. No eran ciudadanos normales de Janak, eran sin duda aventureros. Tobías les echó un rápida ojeada y se fijó inmediatamente en uno de ellos. Lucía una palidez suprema que constrastaba con su vestimenta oscura. Quizás se tratara de un mago. El rostro de Tobías se tensó, en un gesto que quizás un observador ajeno  calificaría como una mueca de sobresalto o precaución. ¿Habría percibido algún peligro oculto en él?.

La primera reacción de Tobías fue la de ordenar mantenerse al margen de la lucha al extraño grupo, pues no le gustaba que nadie se metiera en sus asuntos, y la protección de la ciudad era sólo de su incumbencia. Sin embargo en este caso podría hacer una excepción... Tobías no era enemigo de hacer excepciones si eso le convenía, y en este caso bien podía usar a estos buenos guerreros para sus objetivos... quizás no sólo para esta batalla.

- Ahora vais a morir criaturas putrefactas.

La batalla parecía inminente.

LordCiego

Mientras Swann ataba los caballos LordCiego y Greg hablaban entre ellos.

- "Bueno un poco de ejercicio no nos vendra mal" dijo Greg mientras hacia estiramientos.

- "Si, aunque recuerda que hay algo que no es normal aqui. Parece que vamos a ser atacados asique preparémonos. Todavía no hemos acabado nuestro trabajo del todo pero si la cosa se complica preferiría que le cortaramos las riendas a los caballos que esta atando Swann y salieramos de aqui" dijo LordCiego mientras se desperezaba y sacaba su espada y su escudo.

- "¿Y que hacemos con aquellos dos?¿Tendremos que protegerlos no?" preguntó Greg señalando a Swann y a Tom.

- "Si claro, no nos alejaremos mucho de ellos aunque yo llevaría cuidado con Swann no sea que nos clave una flecha en el culo jajaja" - Rió LordCiego - "Ahora en serio, no hace falta que estemos pegados a ellos, Swann a mejorado con el Arco durante estos ultimos dos años y es lo suficientemente capaz como para dejar que a Tom le pase nada"

- "Bueno, pues yo estoy Listo" Afirmo Greg.

- "Entonces ya solo tenemos que esp......"- AUUUUUUuuuuuu!!!!!! se oyo más cerca antes de que el paladín acabara su frase.

Galahad78

-Antes de seguir hablando... ¿no creéis que deberíamos encargarnos de los recién llegados? –dijo el corpulento forastero, haciendo un gesto para señalar detrás de los compañeros. Mkvenner se volvió para ver cómo se acercaban nuevos engendros de la Horda, encabezados por una extraña criatura verde. Estas criaturas son más pesadas que una Gorgona en brazos, pensó Mkvenner. Estaba exhausto. Demasiado tiempo huyendo de los espías de la Horda, demasiado tiempo escondiéndose. Así que cuando el extraño de las 3 espadas (¿"vananas", las había llamado?) dijo "Manteneos unos pasos detrás de mi", Mkvenner se limitó a lanzarle una mirada de extrañeza y a suspirar fatigado, sin oponer reparos. "¿Acaso no ve que esos jinetes en sus monturas negras no son caballeros normales?". Mkvenner casi podía sentir su terrible poder. Entonces se fijó en que el extranjero (¿Julay, había dicho? La fatiga le causaba malas pasadas) tenía sus ojos vendados. En ese momento, otra figura se interpuso entre los enviados de la Horda y su presa: un monje ataviado con una túnica violeta. Janak es una ciudad extraña, decidió el explorador.

- Esta ciudad está ahora bajo la protección del Culto de Baa, engendros del Más Allá. Marchaos antes de que seáis devueltos a la fría tumba de la que salisteis, dijo el recien llegado. La firmeza de su tono y la seguridad que irradiaba su postura hicieron más por tranquilizar al extenuado Mkvenner que la irrupción de la milicia de la ciudad. "Al enano verde más le valdría tener la boca cerrada", pensó Mkvenner. "Ese monje no es alguien con el que me gustaría pelearme. Ni con este forastero, de hecho" se dijo a sí mismo al oir que el extraño decía algo. "A pesar de la extraña venda, está claro que es un luchador poderoso y consumado." Parecía que la situación se equlibraba: 2 desconocidos pero poderosos luchadores, junto con el "Portador de la Gema" (como lo había bautizado Mkvenner con sorna) y él mismo. Interesante. Al escuchar que su compañero empezaba a entonar un hechizo, Mkvenner desenvainó sus espadas y se puso al lado del extranjero, cortando el paso de la Horda hasta Derec. "Estos engendros van a recibir hasta en el cielo de la boca", pensó el agotado explorador con una sonrisa torcida.
[i:ec942aef72]Si pones tinto en un vaso de txikito, es el txikito; si lo pones en un porrón, es el porrón; si lo pones en una bota, te pones las botas...Sé tinto, amigo[/i:ec942aef72]

ValenciaBest

Melkor observa la actitud de Athos a la vez q cuando pasa por su lado tiende con firmeza su mano hacia él, observando con sus ojos penetrantes todos los gestos y reacciones de Athos, mirandolo fijamente con una sonrisa amistosa replica con voz recia:

- Athos, soy Melkor, vengo en representación de la Orden de Hechiceros, se requiere tu presencia para aclarar la muerte de tu maestro Eifol o ¿Acaso reniegas de la Orden de Hechiceros? ¿No quieres aclarar dicha muerte y limpiar tu nombre de posibles calumnias?
Hungry of HoMM!!
.-.-.-. O G A M E.gr .-.-.-.
AGA uni 1 <-> tu alianza d progreso

Krator

- Vaya, vaya...así que Athos estaba aquí escondido - pensó para sí Adso. No es un mal lugar para esconderse, pero tampoco el mejor, me pregunto que habrá traido aquí a este hechicero y a una elfa. Adso seguía atentamente todo lo que ocurría en la taberna sin dejarse un solo detalle.

Desde luego no lo sabré si me quedo aquí parado, muevete merluzo- se dijo a si mismo. Adso empezó entonces a posar su mirada a todos los rincones de la posada, pero era tremendamente complicado hallar un buen lugar para ver que ocurriría en las afueras de la taberna.
Ya sé - dijo en voz alta casi sin darse cuenta. Rápidamente se colocó cerca de su amigo tabernero, quien le habia contratado esa noche para actuar allí a cambio de alojamiento y comida, susurrandole: ¿Dónde puedo oir lo que ocurra fuera?

Si conseguía lo que se proponía, se acercaría a esa bella y desconocida elfa para que le acompañase...
Doble cruzado, cuadruple placer.

Lepastur

Mientras encandilaba a la joven (la cual parecía interesada por su porte y no por sus historias) el suceso repentino que acaeció con la proclama del recién llegado, dada la dureza de sus palabras, congeló por unos segundos el ambiente de la taberna. En ese momento, Jojosh aprovechó para interrumpir sutilmente su historia, pues los hechiceros -personajes conocidos por ejercer a menudo como Mercaderes de Artefactos, entre otros muchos tipos de extravagancias - reclamaron su atención, pues su deber era recabar información de todo lo que pasase por los lugares que fuera hollando, especialmente sobre tratos y mercancías que interesaran a su señora, generalmente joyas. Aconsejó a la joven que fuese buscando sin llamar la atención un sitio donde resguardarse ante un posible tumulto, o incluso una salida trasera por la que huir del lugar, pues sabía por su experimentado bagaje que este tipo de conflictos de taberna solían ser contagiosos. Así que se dispuso a empezar por el primer paso del manual, el tabernero, no sin antes prometer buscar a la muchacha luego para ir a un sitio más tranquilo, ya q no parecía ser la típica fulana de posada. Tras esto, observó al individuo que antes cantaba se le había adelantado. Era obvio, por su forma de actuar tan directa y poco disimulada, con esos gestos que indicaban las afueras de la taberna, que quería algo de él. Quizá observar lo que ocurriese fuera, si es que terminaba pasando algo, ya que luego el tono de aquella especie de caza-recompensas cambió ante quien buscaba. Puede también que le estuviera amenazando con irse si no le pagaba sus honorarios, aunque eso era menos probable. O puede que lo que le interesase era aquella elfa que estaba con el mago, a quien se estaba comiendo con los ojos ¡qué descaro! Lo curioso del asunto era que ahora no sabía si lo que le interesaba a aquel tipo era la elfa o la pelea, pero eso no importaba ahora, había que aprovechar el momento para sacar tajada de él y enterarse de qué estaba ocurriendo. Fue así que, tras unos segundos, cuando vio que aquella muchacha parecía haber encontrado una ubicación más segura, se acercó a la barra gesticulando la petición de una nueva cerveza casera (la especialidad del lugar) a una distancia prudencial de aquella especie de Bardo para poner disimuladamente la oreja y luego, cuando el tabernero le trajese la bebida, comprobar qué tipo de información podía conseguir de él o de cualquier asiduo del local más puesto en los últimos acontecimientos...
http://www.rae.es / :worthy: para Krator ¡por ser un campeón! / www.TorredeMarfil.es / Presidente de la plataforma de los Archimagos y Liches flanqueadores de títulos de web.

Medea

Aridane se quedó mirando mientras por su mente pasaban mil y un pensamientos.
Demonios interiores-penso mientras veia como Athos se levantaba y seguia hacia la puerta-kizas no sepas tu Athos lo que es luchar contra multitud de ellos y no poder revalar la procedencia,pq seria desvelar parte de ti misma... Seguida de un escalofrio sus pensamientos se evadieron,cuando logro centrar su atencion en Melkor aqel ser que habia entrado con sus infulas de grandeza y superioridad,le recordaba porque constantemente renegaba de su raza y de todas sus tradiciones,como consecuencia a su negacion constante de ser quien era se habia convertido en lo que mas odiaba, una sombra de sus temores y un espectro de sus realidad.
Mientras Athos avanzaba aridane se levanto lentamente y antes de avanzar se dirigio la mirada a Adso y un brote de  temor se vio reflejada en ella,se aproximo a el y le susurro " Nunca os fieis de kien os promete una verdad,fiaros de aquel q con su mirada os limpiara el alma"
-Melkor,vos de nuevo que malas artes estais vertiendo para acusar   a Athos,¿en q pruebas os basais  o simplemente es una rabieta de elfo caprichoso?-Aridane no podia ocultar los sentimientos  q le infudia tremendo ser  tan prepotente y altanero.
¿Me seguiras queriendopor la mañana?
Por siempre jamas,amor

Greeny

Otro aullido. Y otro.

Tom temblaba con una antorcha en cada mano. Nunca se había visto en una situación tan tensa en su vida, a excepción del ataque de la Horda al Templo del Sol. A su lado Greg y LordCiego esperaban el combate. La adrenalina ya se había apoderado de sus cuerpos. Greg blandía una antorcha, y LordCiego su espada. Swann seguía concentrado, presto con su arco.

Un nuevo aullido resonó en la ahora más profunda noche... pero éste sonó más lejano. Entonces, silencio.

Los lobos –o lo que fuera que aullaba- se habían alejado.

---------------------------------------------------

- ¡Jijijiji! –reía Thant-. ¡Sois muchos, así será más divertido!

- Ahora vais a morir criaturas putrefactas –dijo con seguridad Tobías, pero alguien se le adelantó en el ataque.

- ¡Perdo Corpus! –gritó Derec, lanzando un hechizo contra uno de los negros caballeros; un hechizo destinado a descomponer su cuerpo muerto... pero nada ocurrió.

- ¡Jijijiji! ¡Qué divertido! ¡No tienes el poder necesario, Derec! ¡No eres nada sin la Gema! –Thant señaló al nigromante, y ordenó con voz inusualmente seria-. Matadlo.

Los caballeros hicieron galopar a sus horribles monturas hacia los compañeros, cargando con sus espadas en alto. Varias flechas de la milicia cruzaron el aire, pero fueron repelidas por las resistentes y pesadas armaduras negras de los jinetes.

El primero de los caballeros llegó hasta donde estaba Tobías, y lanzó una estocada hacia el pecho del monje. De forma sorprendente, Tobías se dejó caer hacia atrás, rodando sobre su espalda y esquivando el golpe. El jinete siguió su camino, hacia Derec, acompañado por dos caballeros más. Jubei y MkVenner estaban entre los tres atacantes y el oscuro nigromante.

- ¡Maldito monje! –gritó Thant a Tobías, mientras otros dos oscuros jinetes hacían estragos entre los milicianos de Janak, y el último de los caballeros batallaba duramente contra tres cultistas-. ¡El Culto de Baa no se interpondrá más en los asuntos de la Horda! – concluyó, apuntando con uno de sus sucios y arrugados dedos al hombre.

--------------------------------------------------------------

La discusión entre Melkor, Athos y Aridane en la posada había provocado un tenso ambiente. Todos observaban la escena, sin saber qué ocurriría después.

- ¿Acaso reniegas de la Orden de Hechiceros? ¿No quieres aclarar dicha muerte y limpiar tu nombre de posibles calumnias? –dijo Melkor, con voz amable pero firme.

- ¿En qué pruebas os basáis? ¿O simplemente es una rabieta de elfo caprichoso? –replicó enseguida Aridane, levantándose de su asiento y acercándose a Melkor. Tan rápida y rabiosa acción provocó que su capucha cayera, mostrando su rostro totalmente. Alguien la reconoció, soltando un gruñido de miedo. Otros entonces supieron quien era. La mayoría retrocedió, pero un par de valientes campesinos se encararon a la elfa.

- ¡Tú! –empezó gritando uno de ellos, un campesino alto y robusto-. ¡Eres una  druida!

- ¡No una cualquiera! –gruñó su compañero-. ¡Es la mujer-lobo! ¡Ella es la que dirige a esos engendros!

- ¡Matadla! –gritó una mujer, y su grito fue secundado por otros-. ¡Está maldita!

Adso, el bardo, había estado hablando con el posadero, pero éste parecía más preocupado por el bienestar del mobiliario de la posada que por atender al bardo.

- ¡Adso, por favor, eres un maestro de la palabra! ¿No puedes evitar que destrocen mi taberna? –gimió el obeso hombre, agarrando al bardo por el cuello de su camisa-. ¡Y tú, no es momento de pedir nada! –gritó histérico a Jojosh, quién le había pedido una cerveza, pero entonces se dio cuenta de quién era-. ¡Oh, emisario! ¡Ayúdeme, por favor, ayúdeme! ¡Que esos magos se peleen en otra parte! ¡Que esa maldita elfa sea apaleada en otro lado!

Gritos, empujones. La situación estaba a punto de explotar.

-----------------------------------------------------------------

- Parece que se han ido –dijo LordCiego, bajando su espada.

- Pues no perdamos más tiempo, recojamos más fragmentos de la Roca y marchémonos de aquí –tembló Tom.

Con premura, el grupo recogió más "piedra estelar", como la empezó a denominar Swann. A pesar de que el peligro había pasado, todos tenían una extraña sensación, como si aquel lugar no fuera seguro. Y además algunos sentían algo más.

- LordCiego, dime una cosa –habló el sabio-, ¿no estás notando como la magia de tu interior se apaga?

- Así es Swann, la misma sensación de ahogo que sentí en la Batalla de la Roca. Cuando nuestros poderes desaparecieron.

- Mmmm, en su momento pensé que se debía a la Gema Oscura... pero quizás... -Swann miraba las rocas que había recogido.

Entonces un ruidoso sonido hizo que todos se sobresaltaran. Todos se giraron.

- ¡Tom! –gritó Greg, corriendo al lugar donde hace un momento estaba el aprendiz. Ahora había una pequeña nube de polvo. El paladín alumbró con su antorcha, y vio que un agujero se había abierto en la tierra. A cuatro metros de profundidad, un derribado Tom gemía dolorido, con las dos antorchas medio apagadas a su lado.

- ¿Estás bien? –dijo LordCiego, agachándose junto al agujero.

- No –se quejó Tom, que a pesar de todo pudo levantarse con un gesto de dolor, y recoger las antorchas-. ¿Por qué demonios vine aquí?

- ¿No traíais cuerdas? –preguntó el bibliotecario a los paladines, y ambos asintieron.

- Daros prisa –gimió asustado el aprendiz-. Aquí hay un túnel que desciende. Está oscuro, no me gusta...

- ¿Un túnel? –se extrañó Swann, mientras Greg ataba su propia cuerda en el tocón de árbol donde habían atado los caballos-. Ilumíname las paredes, Tom –cuando el aprendiz lo hizo, el sabio puso una cara de extrañeza-. No es natural... ha sido construido. ¿Y que son esas marcas de...?

- ¡Garras! –concluyó Tom al verlas, dando un salto atrás. Las paredes, el techo e incluso el suelo estaban marcados por pequeñas marcas de garras-. ¡Quiero irme de aquí!
RAW INSIDE: PUNK-ROCK desde Málaga

http://www.myspace.com/rawinside

ADICTO20

-¡Perdo Corpus!- Escuchó Jubei de boca del nigromante, y como era de esperar, el conjuro falló...

-Provocar una batalla de esa forma ha sido poco sabio- dijo Jubei a Derec con tono áspero y, acto seguido exclamó -¡Por La Serpiente!- mientras desenvainaba sus dos espadas velozmente y se bajaba la cinta que tenía colocada en la frente hasta taparse los ojos.

El mundo se tiñe de negro, dando lugar a puras sensaciones, apartando lo innecesario y llevando a un estado de la más absoluta concentración. Es justo en ese momento cuando el tiempo parece ralentizarse a su alrededor, brillando con un aura casi mágica, como en un sueño.

Podía sentir como uno de los oscuros jinetes estaba batallando con un grupo de monjes, y también como tres de esos caballeros galopaban sobre sus tenebrosas monturas hacia ellos, aplastando, quebrando y mutilando a todo aquel desafortunado que se encontraba en su camino. -Un jinete sin montura no es nada- pensó Jubei mientras esperaba la embestida de los caballeros. Cuando estuvieron lo bastante cerca, corrió con determinación y velozmente hacia dos de ellos, agachándose en el último momento y, con un rápido movimiento, intentó derribar a los jinetes propinando un preciso tajo a las patas delanteras de sus caballos.

-No debo fallar... NO PUEDO fallar- pensó Jubei
[highlight=#FFFFAA]They say an end can be a start. Feels like I\'ve been buried yet I\'m still alive.[/highlight] - If I Ever Feel Better (Phoenix)

Galahad78

El hechizo de Derec había fallado. No era extraño, teniendo en cuenta el estado en el que ambos se encontraban. Mkvenner hubiera preferido tener algo más de tiempo para recuperar el resuello, pero ya era tarde. El hechizo fallido del nigromante había resultado ser el pistoletazo de salida del combate: 3 de los sombríos jinetes se abalanzaban ya sobre ellos.

- Puede que los jinetes sean lo suficientemente poderosos como para resistir el hechizo de Derec, pero sin duda los caballos serán más vulnerables - reflexionó el explorador. Una vez que hayan caído, podremos manejarlos más fácilmente. Un grito de guerra a su lado le indicó que el forastero ya había pasado a la acción, desenvainando dos espadas largas y ligeramente curvadas y zambullendose a por dos de los caballeros. Evidentemente, el extraño había tenido la misma idea que Mkvenner: desjarretar a los caballos, y encargarse de los jinetes una vez desmontados. Empuñando con fuerza sus espadas, y midiendo con cuidado la carga del tercer jinete, el explorador se lanzó en pos del guerrero extranjero.
[i:ec942aef72]Si pones tinto en un vaso de txikito, es el txikito; si lo pones en un porrón, es el porrón; si lo pones en una bota, te pones las botas...Sé tinto, amigo[/i:ec942aef72]