Aullidos en la Niebla - Narración

Iniciado por Greeny, Diciembre 10, 2005, 06:58:43 PM

Vitirr

El efecto del hechizo del pálido mago fue extraordinario. Dos de los caballeros negros se habían hecho cenizas al instante, un poder para nada despreciable. Sin conseguía realizar de nuevo ese hechizo el combate estaría prácticamente ganado.

Tobías consiguió rechazar la sorpresa que le produjo todo aquello y mientras tanto sintió como los efectos de su hechizo le hacían más fuerte y de mayor tamaño, y sin perder el tiempo se acercó al grupo de forasteros. Proteger al mago era ahora prioritario, pues era la clave para conseguir la victoria.

Por desgracia el repulsivo ser que comandaba las fuerzas enemigas había lanzado un hechizo que hirió en el brazo al mago y le hizo soltar la gema, que sin duda era la fuente de su extraordinario poder. Los caballeros negros que aún se mantenían en pie fueron a por la gema mientras que el jefe enemigo se disponía a lanzar de nuevo su hechizo contra el mago. El más extraño de los forasteros salió corriendo a su encuentro, sin duda con la intención de evitar el hechizo, pues todos tenían claro que el mago debía recuperar la gema a toda costa.

Mientras se disponía a repeler el ataque de los caballeros negros que se aproximaban, a Tobías se le ocurrió otra idea... quizás... quizás podría distraer lo suficiente al maltido ser como para detener la ejecución del hechizo y dar tiempo al extraño forastero a alcanzarle.

Creo Mentem dijo Tobías con voz clara mientras miraba a su objetivo, y a continuación no dijo nada, tan sólo pensó en silencio: CUIDADO. ATRÁS.

Krator

¿Qué? ...Era sinceramente una buena pregunta. Adso tragó saliba, una saliba que parecia haberse tragado fuego...

Adso miró la taberna de izquierda a derecha, sintiendo una tremenda angustia al no saber como manejar a toda esa muchedumbre enfurecida...
Su unica virtud era la música y tal vez esa podría ser la respuesta para relajarse lo suficiente tanto él como al público. Si no funcionaba al menos esperaba ganar tiempo para su discurso y para que los aldeanos no realizaran semejante masacre en la taberna del posadero.

Así Adso entonó una sus composiciones, Historias palaciegas, una composición completamente instrumental.

Mientras comenzaba su pieza, Adso notó que el emisario ya disponía de la cuerda que había pedido...pero tenía un problema...aún no sabía para que...

Mientras Adso tocaba ya los primeros acordes de su Historias palaciegas, ya tenía pensado que discurso realizar.

- Oidme aldeanos, pues esto que oireis, jamás os lo han dicho...
Doble cruzado, cuadruple placer.

Galahad78

El "plan" había funcionado: los jinetes negros rodaron por el suelo, una vez que Jubei y Mkvenner atacaron a sus caballos. El explorador se incorporaba para enfrentarse a los maltrechos jinetes, cuando una profunda voz declamó:

- ¡Peeeeeerdoooo Cooooooorpuuus! - ante los ojos de Mkvenner, uno de los caballeros negros se disolvió en una nube de polvo, soltando un alarido agónico. Derec, alzando triunfante la Gema, acabó de igual manera con otro de los jinetes, que estaba siendo acosado por la milicia de la ciudad. "Parece que esto se pone bien", pensó Mkvenner, "la Gema puede con ellos". Nunca dejaba de asombrar al explorador el poder que podía sacar el enjuto nigromante de la roca, y le aterraba pensar qué oscuros secretos guardaría aún. Aunque quizá no todos sus secretos fueran aterradores, quizá sólo malinterpretados, como tantas otras cosas...Salió de su momentánea ensoñación al escuchar la voz del enano verde (¿Yodant, se había llamado a sí mismo?), y al fijar la vista en él vió cómo un dardo mágico salía de su mano dirigido hacia Derec, impactando en su brazo y haciéndole perder la Gema. "Bien por mi optimismo", se dijo con amargura y cierto deje de ironía Mkvenner, "siempre olvido la Ley de aquel famoso filósofo de Ravenshore, ¿hermano Murphius, puede ser? Seguro que el hermano Swann lo sabría, amén de "deleitarnos" con alguna anécdota de su vida y milagros". Se reprendió con una sonrisa, no era momento, en medio de una batalla, de dejarse llevar por la nostalgia. Tiempo habría después. Si es que había un después.

Uno de los desmontados jinetes se acercaba ya a Derec, en busca de la Gema que había caido. Además, los otros dos caballeros montados supervivientes cargaban hacia el nigromante, siguiendo la orden del ser verde. Por el rabillo del ojo vió cómo el extranjero de los ojos vendados se dirigía velozmente hacia este último, con la esperanza, quizá, de que los caballeros negros fueran más vulnerables sin su cabecilla. Mkvenner resolvió interceptar a los enemigos a caballo, para ganar tiempo, y que Derec cogiera la Gema Oscura y se encargara del que iba hacia él.

- ¡Derec, espabila, maldita sea! ¡Coge la Gema, por Zieq, o seremos historia! ¡Yo me encargo de los que vienen a caballo! - Mientras corría en una dirección que le permitiera cortar el avance de los caballos y tajar sus patas, Mkvenner rezaba (¿a quien? no importaba) para que los engendros negros no fueran lo suficientemente inteligentes para aprender de los errores de sus compañeros, o utilizar la misma táctica de nuevo no le serviría al explorador......
[i:ec942aef72]Si pones tinto en un vaso de txikito, es el txikito; si lo pones en un porrón, es el porrón; si lo pones en una bota, te pones las botas...Sé tinto, amigo[/i:ec942aef72]

Lepastur

Todo estaba ocurriendo demasiado deprisa. Ahora que el cantamañanas se había alejado y trataba ganar tiempo, Jojosh se quedó perplejo ante lo que ocurría ¡Aquella elfa parecía estar transformándose en una bestia! Para colmo de males, aquel mago chulángano que irrumpió en la Taberna liando la grande se había puesto nervioso y estaba dispuesto a ejecutar un sortilegio, ante lo cual Jojosh tuvo que carburar mucho más deprisa tratando de planificar varias cosas a la vez por si algo fallaba. En primer lugar, tuvo que renunciar a su primer plan de hacer un nudo de horca con la cuerda, pero se la guardó de todas formas (una cuerda es una cuerda) poniéndosela a modo de banda redeándole el torso y cayendo desde la clavícula con el cuello haciendo de tope. En segundo lugar, para él era vital buscar un sitio donde esconderse sin llamar la atención por si todo se desataba. Para ello se dirigió al tabernero:

- ¡Rayos! ¡Esto lo cambia todo! ¡Se te recompensará cuando ayudes a la causa pero ahora sólo tratas de ayudarte a ti mismo! ¡Rápido! ¿Hay algún lugar donde ocultarse con alguna pequeña apertura para mirar? ¿No tienes ningún sitio donde esconderte cuando te vienen a robar?

La situación estaba al borde del colapso, y el principal problema para calmar la situación era la elfa, así que si el tabernero no le aportaba nada tendría que ocultarse detrás de un pilar o detrás de la barra.
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TheLordAlex

El poder de la gema oscura no se hizo esperar una vez que Derec lo invoco, sentía como la oscuridad fluia atravez de él, llenando todo el campo de batalla, y es que en el tiempo que uso estudiandola, pudo debelar muchos de sus secretos, pero sabía que todos sus poderes no habian sido descubiertos, qué consecuencias catastróficas podrían ocurrir si llegara a las manos de los Nigromantes?, y aún mas aterrador era pensar en ke ocurriría si se llegara a unir junto con los otros 2 artefactos y formen asi El Baculo de los Malditos.

Gracias a este poder pudo destruir a 2 de los caballeros oscuros, y los demás habrían sufrido el mismo destino sino fuera por un dardo que al parecer habia lanzado Thant, impacto en su brazo el cual provoco que la gema salga despedida.

Derec casi podia ver la escena en camara lenta, como el artefacto que podía devolverle su vida se le escaba de las manos y a la vez sentia una gran responsabilidad por él, ya que si llegara a acabar en las manos de Thant todo se abría acabado.

DEMONIOS!!!!-exclamo con angustia, la gema habia caido detras de él, giro la cabeza y vio ke Thant ordenaba a los caballeros restantes ir por la gema, se volvio a sus compañeros

Cubranme, porque si perdemos la gema todo se abrá acabado, interfcepten a Thant pàra que no me ataque cuando valla por la gema-Dicho esto se lanzo sobre la gema al fin de cogerla dar un giro, incorporarse y contratacar, todo esto lo más rápido posible tratando de que Thant no ataque nuevamente.
\"En la sabiduria esta el poder\"

Greeny

Todo parecía transcurrir con lentitud. Los jinetes negros galopaban hacia la Gema, Derec saltaba hacia ella, Mkvenner corría al encuentro de los caballeros, varias flechas salieron disparadas de los arcos milicianos, Jubei se dirigía hacia Thant, y éste apuntaba con su horrible dedo a Derec. Gritos, sangre, caos.

Y de repente, todo ocurrió en menos de un segundo.

- ¡Creo...! –empezó a entonar Thant, pero de repente oyó un grito en su mente "¡Cuidado, atrás!". El nigromante dudó un momento, y entonces soltó un gemido de sorpresa. Jubei, el extranjero, había dado un poderoso salto contra él, derribándolo con un placaje. Ambos cayeron al suelo, con Jubei encima del nigromante.

En ese mismo momento, Mkvenner intentaba interceptar el galope de uno de los caballeros, pero su estocada falló por poco.

- ¡Al suelo! –gritó uno de los milicianos, y el explorador supo que se dirigía a él. Casi sin tiempo se agachó, y varias flechas pasaron cerca de su cabeza. Dos de ellas se clavaron en los cuartos traseros de uno de los caballos, y éste fue derribado.

Derec saltó hacia la Gema, y la cogió con una mano. De nuevo sintió su oscuro poder, y se sintió seguro de nuevo. Suspiró de alivio, pero un pensamiento cruzó su mente. "¿Tanto dependo de ella?". Pero no tuvo tiempo de ir más allá, pues el último jinete sobre su caballo estaba ya sobre él. Derec, desde el suelo, vio las patas delanteras del caballo sobre él, a punto de aplastarle la cabeza.

- ¡Perdo Cor...! –entonó, pero lo interrumpió. Un enorme temblor de tierra sacudió el lugar, derribando al jinete y a su montura, y al resto de combatientes. El nigromante agarró con fuerza la Gema para no perderla.

Jubei, que había alzado una katana para acabar con Thant, se vio derribado a un lado por el terremoto. Varios edificios empezaron a quebrarse, y partes de ellos se desmoronaron.

Nunca en toda la historia de este mundo se había visto un terremoto de esta magnitud.

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- ¿No tienes ningún sitio donde esconderte cuando te vienen a robar? –decía en ese momento Jojosh al posadero mientras todos miraban al bardo, impacientes por saber qué quería. Había que quemar a unos brujos, y no era el momento de interrupciones.

- ¿Esconderme? ¡Claro! ¡Aquí! –gimió y se agachó, metiéndose debajo de la barra y temblando.

Jojosh puso los ojos en blanco ante la cobardía del hombre, pero de pronto vio un sitio perfecto para su plan.

Al mismo tiempo, Adso sacó su arpa, y empezó a tocar una de sus épicas baladas. Pero no había tocado ni dos notas cuando una pequeña jarra de cerveza negra le impactó en la frente, derribándolo. Ese fue el inicio de la trifulca.

- ¡Rego Mentem! –entonó con premura Melkor, esperando controlar la situación. Al mismo tiempo, Aridane había tomado la iniciativa, transformándose en cuestión de segundos en una imponente loba blanca. Athos, impotente, vio como su consejo de no usar los poderes contra los campesinos era obviado por el mago y por la druida.

La transformación de la elfa en una fiera frenó las ansias de sangre de los lugareños durante un segundo, pero enseguida todos vieron con claridad que sus acusaciones eran ciertas.

- ¡Ella es la culpable de los ataques! ¡Lo sabíamos!

- ¡Mataste a mi hermano, y morirás!

- ¡Muerte a los druidas!

La loba gruñó, y se dispuso a saltar contra los campesinos, pero de repente un pequeño dardo se clavó en su cuello. Con un gemido, el animal se tambaleó, atontado, y finalmente cayó al suelo, dormido.

- ¿Qué ha sido eso? –preguntó una mujer.

- ¿Qué importa? ¡Matadla! –respondió el hombre de la espada, mientras un llamativo olor a lilas llenaba el aire. El hombre de la espada se tambaleó al oler la fragancia, y cayó al suelo. Uno a uno, todos los de la habitación cayeron al suelo... sus ronquidos mostraban con claridad que estaban dormidos.

- ¡Conozco el hechizo! –dijo Athos, tapándose la boca y la nariz para no respirar. Segundos después, el olor se marchó del lugar, y Jojosh apareció de repente desde detrás de la barra. Sonreía.

- Un viejo hechizo, muy usado por cierto –el mensajero de la Condesa Ambrosía guiñó el ojo a Melkor. Ante la incredulidad de Athos y Melkor, Jojosh se encogió de hombros-. ¿Qué clase de emisario sería yo si no supiese algo del peligroso mundo en el que vivimos? Y ahora –señaló a la dormida loba-. ¿Qué vamos a hacer?

Una tos a su espalda se oyó entonces, y Adso, el bardo, se levantó con la mano en la frente. Dolorido, miró alrededor. Todos roncaban.

- ¿Qué ha pasado aquí? –gruñó Adso. Algunos de los campesinos se removían inquietos, y parecían a punto de despertarse.

- Parece que algunos de nuestros queridos quema-brujos tiene más fuerza de voluntad de lo que creía –susurró Melkor-. Será mejor irse de...

Todo tembló, bruscamente. Todos cayeron al suelo, y varios cascotes del tejado se desprendieron, golpeándolos en los hombros, piernas o torsos.

- ¡Un terremoto! –gruñó Athos-. ¡Hay que salir de aquí!

Parecía que toda Erathia temblaba...

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Tom temblaba. El intento de Swann de calmarlo no parecía tener efecto en él.

- V-v-v-v-amon-n-n-os d-d-d-e...- el aprendiz no pudo acabar la frase a causa de sus temblores.

Mientras, LordCiego se concentró, poniendo todos sus sentidos de guerrero en los túneles. Los extraños silbidos se oían más cerca, pero él siguió concentrado.

- Capitán, ¿qué ocurre? –preguntó Greg.

El paladín se mantuvo en silencio... y de repente señaló uno de los túneles.

- ¡Por aquí, ahora! ¡Greg, abre la marcha! ¡Swann, Tom, detrás suya!

Acostumbrado a seguir órdenes, Greg corrió por el túnel señalado por LordCiego. Sus compañeros lo siguieron, y todos corrieron. A sus espaldas se oían rápidas pisadas de ligeros pies, y largos silbidos.

- ¡No os detengáis! –gritó LordCiego-. ¡Más rápido!

El camino elegido pareció ser un acierto, pues ninguna criatura se interponía en su camino. Pero parecía que sus enemigos –fueran quienes fueran- les recortaban distancia.

- ¡Veo luz al final del túnel! –gritó Greg-. ¡La salida!

- ¿Luz? –jadeó Swann, agotado por la carrera-. ¡Pero si es de noche! ¡No puede ser!

El túnel, en efecto, acabó... bruscamente. Greg frenó en seco, y estuvo a punto de caer por un barranco de más de quince metros.

- ¿Qué ocurre? –dijo LordCiego, que desde la retaguardia oía como sus perseguidores iban a atraparlos.

- ¡Un barranco! –dijo Greg-, ¡O bajamos, o volvemos atrás!

- ¡No hay tiempo para eso! –gruñó LordCiego.

Swann sin embargo, estaba embobado mirando algo, más allá del barranco. La enorme caverna que se abría ante ellos no estaba vacía...

- ¡Una ciudad subterránea!

Entonces el tembloroso Tom y Greg miraron al frente, y quedaron mudos de asombro. Las torres de la ciudad eran casi tan altas como la cueva –cuyo techo lleno de estalactitas estaba a más de cincuenta metros-, y sus delineadas calles mostraban un elegante urbanismo. Aún en la lejanía, se podían ver bellas estatuas adornando las calles y las entradas de los monumentos de la ciudad. Del suelo emanaba un brillo dorado y suave que iluminaba la caverna. Pero no se veía vida en ella.

- ¿Qué veis? –LordCiego no podía entender porqué se habían detenido-. ¡Están a punto de llegar!

Entonces, todo tembló. Greg estuvo a punto de caer por el barranco, pero pudo mantenerse pegado a la pared.

- ¡Éste es un mal sitio para sufrir un terremoto! –protestó Swann, mientras el techo del túnel empezaba a resquebrajarse-. ¡Mirad! ¡En la ciudad estaremos a salvo!

Varias rocas caían sobre la urbe subterránea, pero todas chocaban contra una invisible fuerza mágica que cubría la ciudad como una media esfera.

- ¡Moveos! –gritó LordCiego, viendo algunas sombras se movían al final del túnel, hacia ellos, sin importarles el terremoto.
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rasdel

Los trozos de madera empezaban a caer del techo, era claro que la taberna se vendría abajo en poco tiempo. Athos no pudo evitar ver a todos esos cuerpos tendidos en el piso, finalmente el silencio se apoderó de la taberna, todos estaban dormidos lo cual fue bastante irónico ya que ahora la vida de aquellos que querían matarlo estaban en sus manos. Sin pensarlo dos veces Athos corrió como pudo a pesar de que los temblores lo hacian tambalearse.

-Aridane, estas despierta??- dijo Athos mientras se arrodillaba frente a la loba que hace poco fue una bella elfa...

La cubrió con su capa que ahora estaba tendida en el piso junto al resto de su ropa, tomadola en brazos Athos corrió por la puerta hacia afuera...

-Salgan, salgan todos!! Estos se viene abajo!!!... debemos intentar salvar a la mayor cantidad de gente que podamos!!! NO HAY TIEMPO!!!- gritó a los pocos que estaban despiertos mientras se apresuraba a salir por la puerta...

Demasiados erán los cuerpos que ahora estaban tendidos en el piso, y pocos los que aún estaban despiertos. Athos pensó si realmente podrian salvar a todos los presentes...

Dejando a Aridane en el piso cubierta por su capa, Athos miró a la taberna la cual temblaba haciendo ruidos sumamente fuertes, parecía que quedaba poco tiempo....

-Maldita sea! No podemos dejarlos morir!!!- dijo mientras se precipitaba hacia el interior de la taberna una vez más... con miedo, pero decidido...

-No podré sacarlos a todos... son demasiados y tiempo no sobra... pero no los dejaré morir mientras yo aún este con vida... ESO NUNCA!!!- pensó mientras pasaba nuevamente la puestra que parecia estar por ceder en cualquier momento...

Rápidamente miró todos los cuerpos intentando buscar una forma de salvarlos que no tomará su vida... pero las opciones eran pocas y el tiempo parecía pasar cada vez más rápido...

-DEMONIOS!!! Solo queda una cosa por hacer... si este lugar ha de caerse... no se caera sobre nosotros!!! - dijo mientras tiraba su vara a sus pies posicionandose con ambas manos en diferentes direcciones... una hacia el techo, para evitar que este se derrumbase sobre si mismo, y otra, hacia una de las paredes tratando de salvar a todos los tumbados junto a ella...

- Que el viento... poderoso elemento que a todo rodea sea mi guardian en este momento... que sus fuertes soplidos me cubran y protegan mientras intento salvar estas vidas... GAIA... guiame...-dijo mientras veía como la taberna se venía abajo...
--Efectos secundarios pueden incluir: sequedad de boca, náusea, vomitos, retención de agua, dolorosa picasón rectal, alucinación, demencia, psicosis, coma, muerte y mal aliento. La magia no es para cualquiera, consulte a su doctor antes de uso--

ValenciaBest

una ligera sonrisa se esbozo en la cara de Melkor al ver q su hechizo habia surgido todos los efectos deseados, su cara cambió al ver q la tierra empezaba a temblar y tras ver cercano el colapso de la taberna, decidió salvar a una joven mujer q yacia dormida cerca suya.

- esta mujer no merece morir asi, tiene hijos de los que cuidar. Pensó Melkor y cogiendola entre sus brazos la sacó fuera, a la vez q dijo a aquellos q estaban despiertos

-rapido, rapido, saquemos fuera a todos los q podamos, las mujeres y los niños, primero.
en cierto sentido Melkor se sentia culpable por la posible muerte de estas personas, asi q tras dejar a la mujer en el suelo, fuera de la posada, se dió la vuelta y se acercó a una ventana abierta de la posada, mantuvo una distancia prudencial para evitar desprendimientos inesperados y desde alli dijó apuntando hacia las caras de aquellos q vio dormidos, en especial mujeres, niños y aquellos q menos agresividad habian demostrado en los minutos precedentes, se concentró y dijó:

- creo aquam!!. un chorro de agua intenso y controlado salió de sus manos y se dirigió hacia los rostros de dicha gente, para tratar de despertarlos rapidamente, evitando darles con demasiada fuerza, fue pasando el chorro de uno a otro segun iba viendo sus gestos de reaccion ante el agua.
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La tengo!!-Un suspiro de alivio dio Derec al coger la gema, pero este alivio fue violentamente interrumpido por las patas de un caballo que lo aplastarian, entonces contrataco, pero antes de poder terminar el hechizo, un intenso terremoto derribo a su atacante, se incorporo con algo de dificultad por el terremoto, guardo la gema en lo que parecia ser un bolsillo secreto que tenia dentro de sus oscuros ropajes y mientras lo hacia pensaba en el grado de dependecia al que habia llegado por tenerla, era como si aveces la gema lo posellera, porque se sentia diferente cada vez que la tenía en sus manos e invocaba su poder, aveces esta sensación lo aterraba pero al mismo tiempo lo complacia

Le hizo señas a Mkvenner con las manos para abandonar dicho lugar, su plan era simple, aprovechando el caos generado por el terremoto, Mkvenner y el debian escapar.

Casi a rastras y agarrandose de los arboles y paredes que tenia cerca se fue alejando del lugar sin fijarce si Mkvenner lo seguia
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ADICTO20

Agarrando fuertemente el cuello de la oscura criatura con una mano y con una espada alzada en la otra, Jubei estaba listo para dar el último golpe, pero un terremoto inesperado sacudió el lugar con una tremenda fuerza. Todo aquel que se encontraba de pie cayó al suelo, mientras los edificios se resquebrajaban, escuchándose por todas partes el crujir de la madera y el choque de la piedra al caer por su propio peso hasta el suelo.

-¡¿Pero que...?!- exclamó Jubei mientras perdía el equilibrio

Asombrado miraba a su alrededor, y vio como Derec guardaba su gema mientras intentaba escapar del lugar dando tumbos, como buenamente podía.

Jubei miró fijamente a la criatura verde situada ahora varios metros alejada de el, mientras le decía: -Hoy te ha sonreído la fortuna criatura, pero la suerte no es una aliada fiel...- Dicho esto guardó su espada e intentó seguir a Derec sin perderlo de vista. Era su deber.
[highlight=#FFFFAA]They say an end can be a start. Feels like I\'ve been buried yet I\'m still alive.[/highlight] - If I Ever Feel Better (Phoenix)

Krator

El golpe había afectado a Adso más de lo que creia, pues todo a su alrededor temblaba, incluido el suelo. Solo tardó unos segundos en darse cuenta que no era el golpe el que estaba produciendo esa sensación, sino que todo estaba ocurriendo realmente.

Algunos de aquellos extraños seres que comenzaron todo este jaleo estaban ya despiertos e intentando sacar a algunas personas de la taberna.
Muy cerca de él vió al campesino que le arrojó la jarra de cerveza.

- No te lo mereces, pero no soy así - dijo Adso mientras levantaba el cuerpo aún dormido, echandoselo al hombro.
Junto a él había también una bella campesina y Adso también la recogió usando su otro brazo y colocandola sobre su cintura a forma de saca por la cintura. Vamos a ello, se dijo Adso mientras salia de la taberna.
Doble cruzado, cuadruple placer.

Lepastur

Aquel temblor puso a los sentidos de Jojosh más alerta que nunca. Miró alrededor tratando de analizar rápidamente la situación y la discordinación entre aquellos hechiceros parecía dejar patente que pertenecían a distintas escuelas. La postura del "acusado" le llamó especialmente la atención y lo primero que le vino a la cabeza fue una experiencia vivida tiempo atrás en la cual lo lanzaron por los aires, así que  su instinto de supervivencia le dijo que lo más acertado sería buscar refugio y asidero lo más cerca posible del aquella especie de mago...
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Swann

Las cuerdas podrían volver a serles de utilidad para bajar por aquella sima. Mientras los paladines permanecían en guardia, Swann y Tom se apresuraron a atar dos de esas cuerdas a sendas estalagmitas.
Después procuraron descender agarrándose a ellas para amortiguar el golpe. El rozamiento desgarraba las poco curtidas manos del bibliotecario. Pero mejor era eso que una caída...
Un rumor similar al de una tormenta resonaba por las inmensas bóvedas.
Mientras intentaba colocar los pies en salientes adecuados no pensó en cómo harían para volver a la superficie, o en si los túneles de acceso quedarían bloqueados por el seísmo. Aquella ciudad subterránea abandonada le fascinaba y le traía tantos recuerdos que apenas podía hacer otra cosa que admirarla.

Vitirr

El mundo pareció convulsionarse con un estruendo. Tobías perdió el equilibrio y cayó al suelo, dándose un fuerte golpe en un hombro. En los segundos que siguieron dio la impresión de que al mundo no le caían nada bien sus habitantes, pues los hacía tambalear, rodar y despeñarse como si desatara toda su furia sobre ellos.

Su treta había funcionado, y en una acción coordinada (aunque improvisada) con el extraño aventurero de la benda en los ojos, habían conseguido detener el ataque de la criatura enemiga y situarse en una posición ventajosa. Y entonces somo si los dioses se supieran perdedores y dieran un puñetazo en el tablero de juego haciendo saltar las fichas por los aires, aquel terremoto apocalíptico lo paró todo.

No había otra cosa que hacer que intentar mantener el equilibrio y protegerse, y en ello estaban la mayor parte de los contendientes excepto los recién llegados aventureros. Tobías pudo observar como con dificultad corrían huyendo del lugar, buscando refugio quizás. Ilusos, ¡no habría lugar donde refugiarse de aquel eructo tectónico!. Tobías siguió aferrado al asidero que le permitía permanecer en pie y espero a que aquella ira se calmara. No tenía intención de abandonar a sus hermanos de culto en aquella situación.

Greeny

Todo temblaba.

- ¡Salgan, salgan todos! ¡No hay tiempo! –gritaba Athos, mientras cogía a Aridane en forma de loba y la sacaba de la taberna. Sus compañeros tomaron la misma decisión que el hombre, y empezaron a sacar al resto de campesinos dormidos. El techo crujió.

- ¡Creo Aquam! –entonó Melkor. Y un chorro de potente agua salió de sus manos. Apuntando a los cuerpos dormidos por su propio hechizo, el mago logró que los campesinos se despertasen bruscamente. Pero no había tiempo... el techo volvió a crujir, y cedió...

- ¡No! –gritó Adso desde fuera de la posada.

- Gaia, guíame –se oyó en ese momento a Athos, que había vuelto al interior de la posada. Enseguida alzó su mano izquierda hacia el techo, y un golpe de viento surgió de ésta, empujando roca y madera a un lado. Con su derecha, al mismo tiempo, derribaba la pared trasera de la casa, logrando derrumbar la posada hacia un lugar seguro. Un estruendo ruidoso llenó los oídos de los presentes, y una nube de polvo se levantó. La gente tosía, y algunos sollozaban, pero estaban a salvo.

El terremoto se había detenido.

- Lo hemos logrado –se alegró Jojosh, que al colocarse junto a Athos había permanecido intacto.

Aridane empezó a tomar forma humana, con sus ropas desgarradas. Lentamente, despertó.

- Uf, todo ha acabado –Adso se acercó a sus compañeros, mientras los aldeanos empezaban a levantarse y a mirar alrededor, sin saber muy bien qué había pasado. Apesadumbrados, supieron que Lainor ya no existía. No había ni una casa en pie.

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Una casa de dos pisos se derrumbó delante de Derec, y varios cascotes lo golpearon, pero el nigromante no se detuvo. Manteniendo el equilibrio como pudo, trepó por encima de las ruinas de aquel edificio, seguido de cerca por MkVenner y Jubei.

Por su parte, Tobías se agarraba a cualquier asidero que podía, pero nada era seguro en aquel lugar. Los edificios se resquebrajaban y caían, y la gente huía despavorida. Todo era ruido, y caos... y de repente, calma.

Todo había acabado.

Tobías suspiró de alivio, y entonces miró a su alrededor. Había varios heridos entre los habitantes de la ciudad y su milicia, pero sus hermanos estaban en perfecto estado, atendiendo ya a los heridos. De Thant y sus caballeros no había rastro.

El monje miró entonces atrás, y vio como los extranjeros salían de las ruinas del gran edificio derribado, alejándose del lugar. En ese momento un hermano se le acercó, y susurró preocupado algo al oído. Tobías asintió.

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- ¡Rápido, abajo! –gruñó LordCiego, que veía como Swann y Tom ataban un par de cuerdas para descender. No era lo bastante rápido para él.

- ¡Bajad, nosotros bajaremos enseguida! –Greg sacó su espada, y se colocó junto a LordCiego.

- ¡No! ¡Baja con ellos, yo los entretendré! –LordCiego miró al frente, mientras todo temblaba. Las formas oscuras se acercaban, y ahora ya se distinguían más claramente. Pequeños y arrugados, sin ojos, media docena de trogloditas –una raza subterránea poco inteligente que a veces, y siempre de noche, salía al exterior y mataba a alguna oveja o vaca descarriada, o a algún desafortunado viajero perdido- apareció ante los paladines.

Swann y Tom ya habían alcanzado la superficie, con algún desgarramiento de piel en sus manos poco acostumbradas a este tipo de esfuerzo. El temblor empezó a cesar, pero aún así varias rocas caían.

- ¡Baja! –gritó LordCiego a Greg, empujando con su codo a su compañero.

- ¡Capitán, no te dejaré solo!

- ¡Nos discutas, es una orden! –LordCiego dio un grito de guerra, y atacó a las criaturas. Una última descarga del terremoto derrumbó el túnel justo detrás de LordCiego, quedando más allá del alcance de su compañero.

- ¡Capitán! –gritó Greg.

- ¡Greg, vamos rápido! –llamó Swann desde abajo-. ¡El peligro aún no ha pasado! –dijo mirando como varias estalactitas caían cerca de ellos. El paladín, a su pesar, cogió la cuerda, y descendió ágilmente, uniéndose a los estudiosos.

Juntos, corrieron a la ciudad, donde el campo de fuerza de ésta los mantuvo a salvo. Cuando la sensación de peligro pasó, todos pensaron en LordCiego.

- No debí abandonar a mi Capitán –dijo Greg, molesto consigo mismo.

- No podías hacer más por él –intentó animarlo Swann-. Él quiso que...

El sabio enmudeció, oyendo de repente sonar un cuerno. El sonido retumbó en la caverna, y enseguida unos tambores comenzaron a sonar, marcando un militar ritmo. Unos sincronizados pasos hicieron temblar el suelo de la que parecía solitaria ciudad.

- Eso es... -tembló Tom

- Un ejército –concluyó Greg-. Y viene hacia aquí –concluyó con un susurro, mientras miraba alrededor, a las numerosas casas -¿abandonadas?- y a los diversos recovecos entre columnatas.

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Una densa niebla empezó a extenderse sobre las ruinas de Lainor, sobre los restos destrozados de Janak, y quien sabe sobre qué ciudades y pueblos más de Erathia. Todos notaron una extraña desazón, como si algo hubiera despertado, algo que había estado esperando mucho tiempo para que llegase este momento.

Alrededor de la derruida Janak se oyeron unos temibles aullidos... aullidos que se repitieron con la misma fuerza en las cercanías de la desaparecido Lainor. Aullidos que hicieron a todos sentirse inquietos, y asustados...
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