Guerra de fuego - Narración comunal

Iniciado por Sandro, Marzo 07, 2006, 02:33:24 PM

Rafanest

Los rumores de guerra se iban extendiendo a lo largo y ancho del continente. Muchos de los reinos habían sido derrotados en fulminantes ataques relámpago. Sin embargo los más alejados del reino de Karkes, prevenidos por las derrotas de los vecinos del tirano, y protegidos or la distancia que les separaba de sus ejércitos se habían unido en una gran alianza.
La guerra, capaz de crear asociaciones contra- natura, había unido en un mismo bando a los humanos de los reinos de Sarnia, los elfos oscuros de los montes de drognar, los enanos supervivientes de Valharan y los nómadas del desierto de Arinard. Juntos habían formado un ejército colosal y, a diferencia, de las milicias derrotadas por lord Karkes, este ejército estaba sobradamente preparado para la guerra.

Mientras, muy lejos de allí, Ylthina y sus compañeros empezaban a perder de vista el monótono paisaje del desierto para ir adentrándose en un paisaje boscoso. Los árboles, hermosos al principio, fueron adquieriendo una forma retorcido y enfermizo a medida que se adentraban en el pantano, sus copas de color verde muy oscuro ocultaban la luz del sólo de forma prácticamente complenta dando al lugar un aspecto siniestro. El suelo se cubrió de barro, tanto que en seguida empezaron a temer la presencia de ciénagas de arenas movedizas, la humedad dominaba aquel paisaje, una humedad terrorífica. No había duda, estaban en los pantanos Sarlurean.

-Este lugar es muy peligroso- observó Daeron- Yo abriré la marcha, procurad seguir mis pasos sin desviaros.
-¿Es muy grande el pantano?- pregunto Darusor el guardian.
- Inmenso, y el riesgo de perderse es muy alto- contestó Daeron- espero saber orientarme.
- Es difícil orientarse, pero tenemos algo a nuestro favor- intervino Thrall el orco- el monte del destino se ve en la lejanía, cuando los árboles dejan algún hueco, será nuestro guía.
El viaje se hizo muy lento y penoso. El barro, el agua, las ciénagas, el olor nauseabundo, la espesura del bosque y mil dificultades más ralentizaban su avance de forma importante. Si bien las habilidades de los seis héroes más su escolta la Rakhasa Liaren conviertieron los peligros mortales del pantano en simples anécdotas. En tres ocasiones entraron en una ciénaga, pero las habilidades mágicas de Warren les permitieron  salir levitando, Ylthina aprovechó su habilidad élfica para controlar a los animales y mantuvo alejados tanto a los grandes saurios del pantano como a los no menos letales mosquitos; capaces de transmitir la temida fiebre cuartana del pantano. Los demás tuvieron que emplearse a fondo en dos encuentros con las enormes anacondas del pantano.
Pero, a pesar desus esfuerzos, lo que no pudieron evitar fue la temida emboscada de los señores del pantano. Finalmente, cuando faltaba algo más de un cuarto del camino se viron rodeados por una horda de Gnolls y arqueros lagarto. El grupo era demasiado numeroso como para hacerle frente por lo que decidieron rendirse y aguardar acontecimientos.

Sandro

Los Gnolls rieron todo el viaje como las hienas que eran. Se sentian poderosos, invencibles y en verdad no eran ams que un puñado de miserables bandoleros.

Y en otro lado, una sombra siniestra, afinaba su plan. Karkes estaba condenado a la perdición: La fuerza reunida superaba los 800.000 efectivos mientras que todo lo que él podía reunir eran 350.000. y eso con suerte. Pero ahora era un automáta y seguía los designios de un ser de infinita astucia. El Nigromante podía haber encontrado mil formas de ganar esa batalla... Si hubiera querido.

La ciudad fue tomada con suma facilidad y las liberadas gentes gritaron de alegría.  El rey fue ejecutado y sus hombres desterrados. El ejército invasor empezó entocnes a notar sus evidentes diferencias y decidieron los generales que aquella noche sería la última que acamparían juntos, a excepción de los elfos oscuros, que se marcharon tan misteriosamente como habían ido. Fue entonces cuando apareció Sir Krall, armado como antaño y aparentando nobilisímas intenciones.

-¡Sir Krall!¡Sir Krall!- Gritaban los hombres

Y así habló Sir Krall, engendro que ni estaba vivo ni muerto:

-¡Oh, grandes hombres! ¡Oh, honorables héroes! ¡Grande es vuestra fuerza ahora! ¡Grande para deponer a Karkes y acabar con los muchos males que asolaban los reinos vecinos! Pues él, y no otro, era su causa ¡Escuchadme ahora os pido! ¡Hay un lugar donde Karkes ocultó todos los tesoros de la ciudad! ¡Venid conmigo para devolver a muchos lo que les pertenece y obtener una merecida recompensa!

Por supuesto, era una trampa. Y funcionó. Todos unidos bajo la aparentemente indiscutible bandera de la luz, fueron rodeados por miles de murciélagos. pero en realidad no eran murciélagos. El mismo Sir Krall se bajó de su caballo y actúo como un zorro que merodea robando gallinas.

Sandro acababa de perder un aliado mediocre para ganar tres ejércitos inmensos.
\"Yo soy Sandro, el Archilich. Hazte a un lado si aprecias tu vida\"

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Rafanest

La derrota de los aliados fue catastrófica, el ejército de vampiros dirigido por Lord Krall sorprendió a los guerreros de la alianza, fue un baño de sangre. En pocas horas cientos de miles de muertos cubrieron la llanuera que desde entonces quedó emponzoñada, a partir de ese momento ningún viajero podría atravesarla con tranquilidad y se llamaría llunura de la Sangre.

Y los nigromantes hicieron su trabajo, miles de esqueletos, zombis, vampiros y espectros se levantaron de las tumbas de los caídos. El ejército de los no muertos superó el millón, algo que jamás se había visto en ninguna de las guerras de la antigüedad. Podía parecer que la humanidad estaba sentenciada, aunque todavía quedaba una esperanza.

Aunque dicha esperanza se hallaba cautiva de los knolls del pantano. Encerrados en su jaula veían como los knolls preparaban una serie de hogueras cuyo su significado no se escapaba a ninguno de ellos. Iban a ser el plato fuerte de la cena de aquellos repugnantes seres.  
Algunos de ellos se lo tomaban con resignación, otros expresaban su furia o su impotencia. Sólo Warren el mago permacía inmutable, con los ojos cerrados, de rodillas y recitando una monótona letanía. Desapercibido para sus compañeros hasta que Ylthina se dio cuenta de que el mago tramaba algo. Y así fue.

Los gnoll dejaron de reir y gritar cuando un tremendo ruido llamó su atención, una de sus cabañas acababa de ser aplastada por una inmensa hidra del caos. La confusión se apoderó de aquellos seres que empezaron a correr sin mucho sentido de un lado para otro tratando de huir del monstruo.

Daeron fue el primero en reaccionar, con un fuerte golpe forzó la puerta de la jaula y animó a sus amigos a aprovechar la confusión reinante para escapar. Apenas tuvireron oposición, la hidra les respetaba, los gnolls les ignoraban.

Recuperaron sus armas y huyeron del campamento rumbo a la montaña.

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El dominio de los nigromantes se había extendido por todo el continente. La derrota de los ejércitos aliados había resultado demoledora. Las capitales de los reinos estaban ocupadas por legiones de esqueletos, sus habitantes esclavizados o asesinados. Los caminos estaban sembrados de humanos enanos o elfos crucificados o ahorcados. Las sombras de la muerte se extendían por doquier.
Tan sólo quedaban reductos aislados de resistencia en algunos puntos, como Valharan, dónde aguantaban los últimos enanos, Krinkegaard, en el reino de los elfos oscuros, Larliand de los humanos o los bosques del norte, la partia de Ylthina dónde aún aguantaban los elfos.
Todos ellos estaban siendo sometidos a estado sitio por las huestes de los no-muertos. La presión era casi insufrible, pero los defensores aguantaban con las fuerzas que daba la certeza de la muerte segura en caso de derrota o rendición. Aunque lo único que podían esperar era un milagro.

Y los únicos capaces de hacer realidad ese milagro eran los miembros de un grupo de héroes que avanzaba penosamente a través de los pantanos de Sarlurean y camino de la montaña solitaria del mismo nombre. Llegaron hasta la base de la montaña sin más incidencias dignas de mención. Los Gnolls, aunque temidos, dejaron de molestarles, y las feroces criaturas del pantano no eran rivales para ellos.
Encontrar la entrada de las cuevas Sarlurean tampoco fue un problema, la leyenda decía que era muy difícies de hallar, pero apenas tardaron un par de horas en encontrarla. Quizá porque ese era su destino.

-¡Me alegro de dejar atrás ese pantano!- exclamo Thrall el orco en cuanto entraron en la cueva.
-Yo también confesó Daeron, pero estas cuevas pueden ser mucho más peligrosas que el pantano.
-Cierto- intervino Warren el mago- nadie sabe qué nos espera en su interior- lo que es seguro es que necesitaremos las fuerzas de todos para llegar hasta la cima.
Las cuevas Sarlurean eran un inmenso entramado de salas subterraneas de gran tamaño comunicadas unas con otras, los viajeros tenían que seguir escarpados senderos en las paredes de las catedrales de piedra para ir ganando el acceso a salas cada vez mas elevadas en su camino a la cumbre. Pronto fueron conscientes de los primeros peligros que encerraban aquellas cuevas. Los nidos de arpías que colgaban del techo de las salas y los pilares de ojos del suelo indicaban la presencia de estas peligrosas criaturas hostiles en aquella cueva.

DAVIDUS90

escribid algo Y.A. ke estoy ingtrigado de aver ke pasa en las mazmorras :bounce:

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El ascenso por los escarpados senderos de las enormes salas de aquella inmensa cueva era lento y penoso. La luz mágica irradiada por sus hechizos estaba limitada por miedo a que su brillo alertara a las peligrosas criaturas que dormitaban en sus nidos.  El camino era tan angosto que más de uno temía que un paso en falso les precipitara a vacío.

Fue Darusor, aunque pudo haber sido cualquiera, el que tuvo el impredecible, leve pero fatal accidente. Una miserable piedra se desprendió de la cornisa y cayó. El ruído fue amplificado por las paredes de la sala como si estuvieran en el centro de una gran campana. Los demás le miraron pálidos, nadie le juzgaba pero la situación creada era muy comprometida.

-¿Es posible que no lo hayan oído?- preguntó Ylthina. Un graznido similar al de un águila pero muy distorsionado desmintió su esperanza.
-¡Aquí vienen!- Exclamó Daeron. La primera arpía cargó contra ellos; thrall en un alarde de equilibíó, sorprendente para su enorme cuerpo, fue el que se ocupó de repeler el ataque, su hacha partió el cuerpo del arpía en dos. Mientras los demás no perdían el tiempo, con sus arcos y su magia eliminaron las primeras unidades enemigas.
-No podremos luchar en esta cornisa, debemos llegar al final del camino- indicó Warren con una tranquilidad sorprendente dado lo desesperado de su situación. El grupo de amigos abandonó la prudencia en la marcha e inició el ascenso a toda velocidad por la cornisa, en ocasiones corriendo el riesgo de perder el equilibrio y caer al vacío. Mientras escuchaban el batir de alas y los graznidos distorsionados de las arpías acercándose cada vez más. Por suerte les quedaba poco de camino, no tardaron más de dos o tres minutis en llegar a una plataforma algo más ancha en cuyo extremo había un angosto túnel que comunicaba, seguramente, con una nueva sala tan grande como aquella.
Por desgracia la plataforma no estaba desierta, 3 vigilantes les esperaban allí alertados por el ruído. Aunque no eran rivales para ellos, guerreros curtidos en mil y un peligros, les obligaron a luchar para abrirse paso. Sus mortales hechizos fueron anulados con facilidad por Darusor, mientras Tharll, Terek y Liaron acabaron con los beholders sin problemas. Daeron, Ylthina y Warren usaron sus habilidades para evitar que las arpías llegaran volando hasta la plataforma. Finalmente se refugiaron en el túnel, inaccesible para las arpías pero abierto al ataque de nuevos vigilantes.

-¡No os entretengais!- exclamó Daeron, consciente de que el peligro no había pasado- Debemos salir de aquí lo antes posible.
-Esto no me gusta- intervino Terek.
-Podemos con ellos, el mayor peligro es el terreno- contestó Thrall.
-Con ellos sí, pero dicen los sabios que dónde hay arpías y vigilantes, hay inevitablemente...
-¡Dragones!- exclamó Ylthina que fue la primera en llegar al otro extremo del angosto aunque corto túnel. La nueva sala se abría ante ella  poco después ante sus compañeros. Era la más grande y hermosa de todas las que habían visto, pero también la más peligrosa sin duda. En el lugar dónde antes estaban los nidos de arpías ahora había nidos de dragones, rojos, negros, sombríos. Todas las especies consideradas como furiosas por los antiguos sabios. Sólo faltaba el más importante de todos, el dragón esmeralda.

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La enorme sala, la más grande de toda la inmensa cueva, era también la más impresionante. No sólo por su tamaño sus inmensas paredes. Si no, sobre todo por los centenares de Dragones que dormitaban en sus paredes. El silencio de la sala era prácticamente total, los héroes no hablaban y apenas se atrevían a respirar, por si el ruído de su aliento fuera suficiente para despertar a los dragones. Esfuerzo vano, puesto que los dragones podían sentir la presencia de cualquier intruso, por sigiloso que fuera. Varios de aquellos titanes levantaron la cabeza para mirar a los héroes.
-¡Esto no me gusta nada!- exclamó Ylthina en un susurro de voz.
-Deberíamos salir de aquí-completó Daeron que por primera vez parecía superado por la situación. En ese momento uno de los dragones extendió sus alas y levantó el vuelo perezosamente.
-Es cierto aguantaremos más contra la arpías y los beholders que frente a estos monstruos- indicó Thrall alarmado. Pero el miedo, quizá inducido mágicamente por la presencia del dragón les había paralizado. Eran incapaces de actuar o de moverse. El único que conservó suficiente presencia de ánimo como para hacer algo fue Darusor, estaba leyendo el pergamino de Almuth, tal vez por instinto, o quizá por decisión propia.
Ninguno de los héroes se dio cuenta del cambio en la iluminación de la sala, la luz del solo, ausente para ellos desde que entraron en el pantano de Sarluerean lo llenó todo a través de una apertura que se abrió en el techo de la sala, justo debajo de la cumbre del monte. Y no fue lo único que entró, también hizo acto de presencia un regio dragón de color esmeralda, más grande y más noble que sus compañeros sombríos.
Cuando entró el dragón que volaba en círculos tregresó a su nido y bajó la cabeza en señal de sumisión. Un gesto que repitieron otros dragones, el ejemplar esmeralda parecía su rey.
El miedo desapareció del corazón de los aventureros, fue sustituido por esperanza. Por primera vez en mucho tiempo sintieronm que las cosas podían empezar a mejorar. Un optimismo generado, mágicamente, por la presencia del noble dragón esmeralda.

Sandro

La criatura no hablaba. Al menos como nosotros entendemos "hablar". Ni siquiera abrió la boca, o, más bien, las fauces. Sin embargo todos los aventureros entendieron perfectamente que les decía.

-A partir de aqui todo miedo desparece. Ninguna perfidia puede derrotarnos a nosotros. Olvidad vuestros temores. Olvidad las guerras y la lucha0. Ahora estáis seguros. Decidnos ¿Que buscáis?

Ante tan majestuosa presencia nadie se atrevió a hablar pero finalmente fue Darusor, más sabio día a día, quien tomó la iniciativa:

-Oh, grandiosos señores de las nubes, riscos, bosques y ríos... Oh, aquellos que brillais al sol y destruis con saña toda la tiniebla del mundo. Muchos os consideran dioses. Los dioses son msiericordiosos. Necesitamos vuestra ayuda... Tenemos que atravesar esta tierra para llegar a un castillo, más al norte...

-Se a que castillo os referís.- Continuo la gloriosa bestia -Pero sólo yo puedo ayudaros. Los dragones rojos, Sombriós y peor aun, El Dragón Negro, estan en trance. Este último es incluso más poderoso que yo. Y en cuanto despierten del sueño trataran de despedazaros. No hay mucho tiempo. Subíos todos a mi lomo.
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Los aventureros subieron al lomo del majestuoso dragón. Había sitio de sobra en su espalda para todos ellos.
El leviathan levantó el vuelo y salió de la montaña solitaria de Sarlueran por el cráter creado por el pergamino de Almuth. Una vez fuera la luz del sol les deslumbró por un instante, después pudieron admirar la gran belleza del cielo azul libre de los humos de la guerra, el verde intenso del pantano de Sarlurean, perecía mentira que un lugar tan siniestro en superficie pareciera tan hermoso desde la altura. A lo lejos los verdes montes dónde estaba fijado su destino. El bosque de Garlian, el hogar ancestral de los antiguos elfos de la montaña.
El dragón voló a gran velocidad, en muy poco tiempo recorrió la enorme distancia que separaba Sarlurean de Garlian; y antes de que el viaje pudiera empezar a cansarles se acercaron a la copa de uno de los árboles más grandes que habían visto nunca, y no sólo era gigantesco, además estaba lleno de estructuras de madera, muchas de ellas casa, otras rampas, pasarelas, calles y plazas. Era una auténtica ciudad.
El Dragón se posó en una de las más amplias plazas de la ciudad, los héroes bajaron del lomo del gigante alado y una vez en tierra se dieron cuenta de que estaban rodeados de centenares de elfos que se habían acercado a recibirles. Uno de ellos, un anciano que siendo elfo aparentaba más de 2000 años tomó la palabra.
-Bienvenidos, héroes de leyenda. Os estábamos esperando.
-¿Nos esperabais?- preguntó Ylthina confuusa.
-Así es heroína, los árboles y los unicornios despertaron de su sueño y vinieron para avisarnos que la heroína había superado las tres pruebas. Que vendría con el último Dragón Esmeralda. La nación elfa ha resurgido y nos debemos preparar para frenar la amenaza de la muerte.
Un atronador pero elegante grito de guerra resonó en el bosque, pronunciado por muchas más gargantas de las que había en aquella plaza. Daeron curioso se aómó por el borde para qver que en el suelo del bosque había un ejército élfico inmenso. Miles y miles de hadas, guerreros, cazadores, druidas acompañaban a escuadrones enteros de árboles que se movían perezosamente liberados de sus ataduras terrestres. Cientos de unicornios pastaban plácida,mente en varios claron algo más lejanos pero visibles desde aquella atalaya. Docenas de dragones verdes, los hermanos pequeños del grandioso dragón esmeralda volaban alrededor del árbol.
EL corazón de Ylthina latía con fuerza. La nación élfica se había levantado por fin.

Sandro

En ese momento el dragón se alteró. Miró gravemente al líder de los elfos y este asintió con la cabeza. En ese momento partió.

-¿A donde se dirige?- Dijo Darusor

-Hoy morirá. Ya lo sabía. Pero nos salvará a todos- Respondio el anciano

-¡¡No podeis permitirlo!! ¡¡No después de salvarnos de aquellas bestias.

En ese momento Daeron se adelantó.

-Darusor, las cosas no funcionan asi en el bosque. Entiendo a que te refieres pero la única forma que ha tenido mi pueblo de sobrevivir ha sido mediante el sacrificio. Hemos aprendido a acabar cada uno con cien enemigos muy superiores y la vida del individuo es capaz de salvar al resto del pueblo.

-Me da igual cuanto hables, compañero, tengo que intentarlo.

Y el joven Guardián del Pergamino, ante el asombro de todo el pueblo élfico lanzó al aire extrañas palabras y alzó el vuelo cual halcón majestuoso. Tan poderosa era su magia que podía cambiar su forma pero más poderoso era todavía pues aun convertido en ave seguía siendo capaz de invocar las fuerzas de la naturaleza.

El dragón esmeralda no esperaba ayuda y si los elfos se la hubiesen prestado la hubiese rechazado sin dudar. Esa era la hora. La vió en un sueño muchos años atrás y fue orgulloso a su encuentro.

Un dragón negro normal puede acabar facilmente con un dragón esmeralda, aunque a muchos les cueste creerlo. En verdad tan terrible mal es imparable. Y tenía ahora tres ante él.

Lo que ninguna profecía dijo fue que un despreciable pájaro estaba ahí observando...
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El dragón esmeralda se lanzó al ataque contra sus tres titánicos enemigos. Su bravura no se correspondía con la falta de esperanza de sobrevivir si no más bién con la magnitud de su sacrificio.
Los tres dragones negros, conscientes de su supuesta superioridad atacaron en bloque. La derrota del dragón esmeralda parecía inminente, sin embargo la primera embestida apenas produjo daño en el noble dragón. Y sin embargo uno de los drgones negros sufrió heridas de consideración en una de sus alas lo que limitó de forma significativa sus habilidades para volar.
Los dragones negros se miraron confusos, parecía como si algo hubiera doblado las habilidades de su oponente. Por supuesto no contaban con aquel extraño pájaro que observaba el combate mientras cantaba una extraña pero hermosa melodía.
El dragón dorado aprovechó la confusión para lanzar una llamarada que alcazó de pleno a uno de los dragones negros, que resultó herido. El último titán, el único en condiciones de luchar se revolvió y atacó al dragón esmeralda, y por fín consioguió atravesar su piel, generando una profunda herida en su pecho. Lanzó unrugido de triunfo que inmediatamente se convirtió en frustración y confusión. Vio como la herida, normalmente mortal, se cerraba convirtiéndose en un ligero arañazo.
El dragón dorado, sorprendido de no haber perdido fuerza tras sentirse herido, aprovechó la confusión para contratacar. Con sus enormes fmandíbulas mordió el desprotejido cuello de su opentente ocasionando una herida mortal de necesidad. En apenas dos minutos la vida abandonó al tercer dragón.
Los otros dos, heridos y confundidos, se alejaron de aquel escenario. La leyenda había cambiado. El Dragón Esmeralda había sobrevivido a su destino.

Sandro

Aquel día Darusor aprendió algo: El destino no existe. o si existe es caprichoso y le gusta engañarnos. Las profecía sólo son ciertas si asi se desea más no siempre. No siempre.
El dragón, extrañado ante la batalla, no pudo sino lanzar un grito al sol proclamando su victoria. Y después se marchó apra no volver jamás. Algunos dicen que murió poco después, ya que el combate había sido más peligroso de lo que parecía. Otros cuentan que marchó a la Montaña de la Concordia, donde habitan los Halfings y que estos crearon un culto en honor a su presencia. Otros sin embargo, dicen que encontró pareja y su descendencia pobló los cielos.
En cualquier caso, Darusor, el Guardian del Pergamino, regresó a la ciudad de los elfos como un auténtico héroe....
Más todas estas demostraciones sólo lograban enfurecer al todopoderoso Sandro que se retorcía de dolor cada vez que El Bien lograba superar una nueva adversidad. Y esta última había sido del todo grandiosa.
El nigromante alzó la mirada, si acaso se puede llamar mirada a aquellas cuencas vacias y lo decidió:

-Lucrecia, reune todas nuestars tropas: Es hora de la ofensiva final.
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Las tropas elfas comenzaron su avance hacia la capital. Eran millares. Y muy poderosas, contaban con miles de árboles vivientes, unicornios e incluso dragones verdes como apoyo a la infantería élfica. Días después se encontraron con el ejército nigromante de Lucretia y Lord Krall en la pradera de Asania, lo que no representó ninguna sorpresa para ninguno de los dos contendientes. Sus respectivos exploradores tenían perfectamente localizado al ejército rival.
La pradera era un lugar paradisiaco, un llano completamente cubierto de cesped decorado por una escasa cantidad de árboles. Un lugar que nunca había sido escenario de ninguna batalla hasta ese momento.
La batalla comenzó al amanecer y se extendió hasta el amanecer del día siguiente, fue un auténtico baño de sangre. La infantería élfica tuvo muchos problemas para contener a los implacables guerreros no-muertos. Los dragones de ambos bandos se enfrentaron sin piedad por el control del aire. Las únidades de élite, árboles, unicornios, espectros o magos liches intercambiaban sus golpes de forma contínua. Durante horas el resultado de la batalla fue incierto, las bajas eran numerosas por ambas partes. Las hábiles maniobras de Lucretia y Lord Krall generaban ventajas estratégicas para los no-muertos, pero las  reacciones  inteligentes de los generales del Bien, Thrall y Daeron principalmente evitaban que esas ventajas se conviertieran en una derrota.
Hubo pequeñas victorias y derrotas por ambas partes, hasta que por fin, alrededor de la media noche, un ataque demoledor de una de las legiones élficas sobre la linea de defensa espectral consiguió abrir paso a los árboles para que estos llegaran hasta el grueso del ejército lich; fue una masacre, pero privó al ejército nigromante de sus mejores unidades de ataque a distancia, y por ende desequilibró la batalla de forma definitiva a favor del ejército élfico. La derrota definitiva tardó varias horas y miles de muertos en producirse; hasta que por fin Lord Krall, Lucrecia y un pequeño grupo de vampiros se retiraron hasta la capital. El resto de unidades no muertas, inmunes al miedo y al desánimo, acabaron masacradas por el diezmado ejército élfico.

rasdel

-Insolente!!!!-dijo Sandro mientras miraba a Lucrecia quien a pesar de sus heridas se mantenía en pie.

-Mi señor... lo siento... el ejercito de los druidas es más fuerte de lo que creia... le he fallado...-Lucrecía se arrodillo a los pies de Sandro pidiendole clemencia a su señor...

-Demasiado fuerte?... que sabes tu de fuerza o poder?... Si realmente quieres ver lo que es el poder... me acompañaras en el ultimo combate! No pretendo mandarte nuevamente para que les vuelvas a dar esperanza... esto debe terminar YA! Y yo personalmente me haré cargo de estos "druidas" de los que hablas...- con un hechizo la puerte del cuarto se despedazo, claramente mostrando el disgusto de Sandro quien enseguida salio de este dejando a Lucrecia aún tendida en el piso...

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-Victoria!!!- Dijo Terek con alegria...

-Victoria?! Victoria dices?, no amigo... ninguna victoria... esto no es más que un retrazo que no causo más que muertes... nosotros no hemos hecho más que destruir caparazones que una vez fueron cuerpos mientras que ellos si mataron a los nuestros... esta batalla aún no termina... y en caso que destruyamos al ejercito enemigo... dudo que se le pueda llamar victoria-- digo posando una mano sobre el hombro de su joven compañero...

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-Debemos atacar! No podemos dejarlos retirarse y recuperar fuerzas!... Debemos atacar ahora, mi Señor!- decía un capitan refiriendose a Darusor quien miraba detenidamente la fortaleza enemiga tratando de analizar la situación...

-Recuperar fuerzas?... son no muertos... solo podrían hacerlo si salen y levantan a los nuestros... mi verdadero miedo no esta en su ataque... sino su retirada... aún no hemos visto lo peor... y no prentendo mandar a nuestros hombres a una segura muerte... un ataque agresivo de nuestra parte es lo que el enemigo quiere... y eso es exactamente lo que no pretendo darle...Con su permiso capitan... creo que es mejor que calme y consuele a sus hombres... lo peor aún está por venir- y con esas palabras Darusor se perdió entre la niebla que empezaba a cubrir el campo de batalla. Lo que una vez era considerado un hermoso campo ahora no era más que una alfombra ensangrentada cubierta de cuerpos por doquier...
--Efectos secundarios pueden incluir: sequedad de boca, náusea, vomitos, retención de agua, dolorosa picasón rectal, alucinación, demencia, psicosis, coma, muerte y mal aliento. La magia no es para cualquiera, consulte a su doctor antes de uso--

Sandro

Pasó un año. La nación élfica seguía estando bajo asedio y se producían pequeñas escaramuzas pero ningún ataque tan portentoso como el primero.

Darusor se había acostumbrado a su vida allí. Le gustaba la naturaleza, la sabiduría, toda aquella humildad... había olvidado por completo su labor y ya ni siquiera se sentía apenado por el cruel final de su maestro mucho tiempo atrás.

Daeron se casó con una doncella de aquellos lares e incluso Terek y Thrall se acostumbraron a aquella vida tan diferente a la suya.

Sin embargo, la situación era desesperante. Faltaban provisiones de todo tipo y los elfos morían de peste y hambre. Mientras tanto los no-muertos acechaban como buitres a los débiles y heridos.

No podían atacar y tampoco podían esperar sobrevivir a otro asalto ¿Que hacer entonces mas que esperar una mas que segura derrota?

Un día Derusor iba a bañarse en un estanque de agua cristalina cuando una voz azotó su mente

-¡Estúpido! ¡Insensato! ¿¿Que estas haciendo??

Darusor trataba de mirar derecha e izquierda pero no halló a nadie

-¿¿No te das cuenta de lo que ocurre?? ¡Es culpa del pergamino!

-¿Quien eres?- Se atrevió a preguntar finalmente Derusor asustado.

-¡Soy tu maestro, maldita sea! ¡El archimago! O lo que queda de él... ¿No pensarías en serio que una espada acabaría conmigo tan facilmente?

-¡Eso es imposible! ¿Y por que no te veo? ¡Es otro truco de Sandro!

-¡Cállate ya! Siempre te trate con dulzura y respeto y lo sabes pero todo lo que has aprendido lo has usado para creerte mas poderoso, no para serlo en verdad... ¿No has entendido que si te mandé a destruir el eprgamino fue por algo?

-Pero los elfos dijeron que...

-¡Los elfos dicen muchas cosas! ¿No te das cuenta? Ellos creen en el destino y en los ciclos, primavera, verano, otoño e invierno ¡No asimilan los cambios! ¡No piensan que sean posibles!

-¡¡Si eres tú, muéstrate!!

Y tras decir esto Derusor hubo un silencio sepulcral... Pero al rato, del agua apareció una forma humanoide que se alzaba ante el muchacho el cual se apresuró a vestirse y hacer una reverencia. De repente el agua continúo hablando.

-Escucha Derusor, ahs de destruir el pergamino de Almuth aunque los elfos crean que hemos de conservarlo. Es el origen de todo mal. Te diré por que: Durante la Guerra de fuego...
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